El Gran Café Dindurra
El cafetón de Don Manuel
El establecimiento abrió sus puertas al público el 22 de junio de 1901 con un decorado de estilo modernista
Una vista del paseo de Begoña a finales de los años sesenta del siglo XX, con la terraza del café Dindurra tras la palmera
La calle de Covadonga, a la altura de Begoña, a principios del siglo XX, con un toldo del café Dindurra a la izquierda.
El Gran Café Dindurra, lo mismo que el teatro del mismo apellido, son hijos del Gijón finisecular que encaraba el siglo XX a lomos de una poderosa industria muy diversificada, que rendía los beneficios suficientes para la implantación de una próspera burguesía que requería ya el confort de la que se disfrutaba en las grandes capitales.
El domingo 23 de julio de 1899, en el recinto de Los Campos Elíseos, se inauguró la Exposición Regional, escaparate de primer nivel (antecedente de la Feria de Muestras) para mostrar el trabajo y el emprendimiento de los gijoneses. Y uno de aquellos empresarios locales fue Manuel Sánchez Dindurra (Gijón, 1859-1933), quien, con buen ojo para los negocios, y ante el despegue social de la villa, encargó al arquitecto Mariano Marín Magallón la construcción de un soberbio edificio para albergar un teatro, viviendas y bajos comerciales con fachada principal hacia el paseo de Begoña, entre las calles de Covadonga y de Casimiro Velasco. Un conjunto compuesto por tres cuerpos, el central destinado a teatro, con los dos laterales simétricos con respecto al teatro y destinados a viviendas y bajos comerciales.
A los pocos días de la efeméride de Los Campos Elíseos, se inauguraba el teatro Dindurra, el viernes 28 de julio de 1899. Y en las páginas del entonces diario republicano "El Noroeste", cuyo director y propietario era Ramón Álvarez García, se informaba al día siguiente: "Todos nos reíamos cuando supimos que el dueño de este teatro, Sr. Dindurra, se proponía en el breve plazo de diez meses, levantar un edificio tan amplio y magnífico como el que ayer noche se inauguró, y hoy puede el Ducazcal gijonés reírse de todos nosotros, puesto que ha conseguido realizar los planes que no nos cabían en la cabeza. Tenemos en nuestra disculpa que es D. Manuel hombre que por nada se arredra ni en nada repara con tal de conseguir sus propósitos y que sabe buscar el personal idoneo y necesario para llegar con éxito a sus fines...".
Así, Gijón tenía entonces tres grandes salas para espectáculos: el teatro Jovellanos, en la calle del mismo nombre (donde ahora se levanta la biblioteca pública que lleva el nombre del ilustrado); Los Campos Elíseos (teatro-circo Obdulia); y el teatro Dindurra (que tras la Guerra Civil tuvo que ser reconstruido por los daños causados en el edificio por un bombardeo de la aviación nacional y abierto otra vez, pero con el nombre de Jovellanos, cuando el teatro con el apellido del prócer ya era historia).
A finales del siglo XIX la villa contaba con varios cafés, situados en la zona de la calle Corrida, como el Colón, Oriental, Suizo y Universal. Pero todavía podía haber más. Se puso a ello, otra vez, Manuel Sánchez Dindurra, y al lado del teatro, en el cuerpo del conjunto levantado por Mariano Marín Magallón situado en la esquina con la calle de Covadonga, construyó el café Dindurra, con una puerta para comunicarse con el coliseo anejo.
Se inauguró el 22 de junio de 1901. Ese mismo día, también en las páginas de "El Noroeste", un gacetillero informaba a los lectores del diario: "Anoche se reunieron en el salón que ocupa el nuevo café Dindurra, galantemente invitados, numerosos amigos particulares de D. Manuel y representantes de la prensa local y provincial. Digno preámbulo a la inauguración oficial, que se verificará hoy, fue la reunión de anoche. Obsequiose a los invitados con selectos licores y no se perdonó medio para satisfacer a todos".
El gacetillero también describía a sus lectores el nuevo café: "El salón encierra una maravilla del arte pictórico y constituye una originalidad en nuestra población. Todo el decorado es de estilo modernista, destacándose originales alegorías de los doce meses del año, cuya idea se debe acaso al primer maestro en el género, Mr. Moucha, fielmente copiadas y ampliadas por el inteligente pintor D. Eleuterio Alonso y por un aventajado joven catalán (D. Zoilo Nogués), que trabaja a las órdenes de aquél. El mostrador del café es también de estilo modernista, haciendo juego con el decorado. Su proyecto se debe al arquitecto Sr. Marín".
En agosto de 1931, a los pocos meses del advenimiento de la Segunda República, se ejecutó una completa reforma del café, que estuvo a cargo del arquitecto Manuel del Busto. Pero los tiempos ya empezaban a estar revueltos y en diciembre del mismo año, con ocasión de una huelga obrera, las fuerzas de seguridad acudieron al café Dindurra para impedir que los piquetes cerraran el local. Hubo disparos y varios heridos entre los manifestantes. Uno de ellos falleció al ingresar en la Casa de Socorro: Tomás Fernández, de 23 años, jornalero, natural de Villaviciosa y vecino de Gijón. Un episodio luctuoso en la historia amable del último cafetón de la villa.
Interior del cafe Dindurra
Dindurra
En los últimos años del siglo XIX Gijón se había convertido en una ciudad de referencia en los sectores comercial e industrial. La arquitectura fue entonces un recurso fundamental para mostrar públicamente esa pujanza, una arquitectura ecléctica en la que también se hizo hueco el modernismo a partir de 1900. La burguesía local encargó edificios ricos en ornamentación, con cuidados detalles y elaborados diseños que pronto se convirtieron en referentes urbanos.
Manuel Sánchez Dindurra fue, en esos años y durante el primer tercio del siglo XX, un gijonés imprescindible. Un empresario de fortuna y audacia que se embarcó en 1898 en la aventura de levantar un nuevo teatro a la altura de los tiempos.
Para ello encargó al arquitecto Mariano Marín Magallón, el más reputado en ese momento, la edificación de la mitad de la manzana ubicada entre las calles Casimiro Velasco, Covadonga y el paseo de Begoña, en cuyo centro se levantó el Teatro Dindurra.
El conjunto se edificó en el tiempo récord de diez meses, abriéndose al público coincidiendo con la celebración de la Exposición Regional en el verano de 1899.
El proyecto inicial de Marín Magallón destinaba la planta baja de la confluencia del paseo de Begoña con la calle Covadonga a ser el vestíbulo de entrada al teatro, si bien también albergaba en ella un pequeño espacio para café y una sala para restaurante, zonas vinculadas ambas a la actividad del coliseo.
En el año 1901 Manuel Sánchez Dindurra encarga al mismo arquitecto la transformación de esas dependencias en un único local con actividad autónoma. Aunque, eso sí, manteniendo la conexión directa con el teatro, que pasa a integrarse dentro de la nómina de los grandes cafés gijoneses, en su mayor parte ubicados en la calle Corrida. Nacía así el café Dindurra.
Laureano Junquera Rodríguez, primero mediante la sociedad Junquera Hermanos y luego de manera independiente, se hizo cargo de la explotación del local hasta 1921, momento en el que lo traspasó a su cuñado Celestino Nosti Felgueras. La familia Nosti estará ya al frente del negocio durante los 92 años siguientes.
En la primavera de 1931 se inicia una profunda remodelación del café Dindurra por encargo de Celestino Nosti. Manuel del Busto, el arquitecto más afamado de la ciudad, transforma el negocio en una instalación moderna con todas las comodidades del momento y caracterizada por una vanguardista estética Art Decó, cuya singular ornamentación en escayola es ejecutada por el escultor Pepín Morán.
Decoración, mobiliario y equipamientos convierten al Dindurra en el mejor café de Gijón y en una de las salas más notables del país.
Durante la guerra civil, los bombardeos de la alemana Legión Cóndor destruyeron el Teatro Dindurra, si bien el Café sobrevivió a la catástrofe. Tras el conflicto bélico es reconstruido y rebautizado como Teatro Jovellanos. Salvo variaciones de color en su pintura, el local apenas sufre cambios hasta inicios de la década de 1970, en la que se suprime parte del mobiliario original de la sala.
Generación tras generación, el café Dindurra se mantiene como uno de los centros de reunión social esenciales de Gijón. La progresiva desaparición de los grandes cafés históricos durante el último tercio del siglo XX lo convierte finalmente en un espacio único en la ciudad y en Asturias.
El 20 de noviembre de 2013 el Dindurra cierra sus puertas. A la conmoción ciudadana que causa la inesperada noticia se suma la incertidumbre ante la posibilidad de que el negocio no tenga continuidad como café.
Los peores presagios desaparecen en la primavera de 2014, cuando el Grupo Gavia se hace cargo del local con intención de mantener su actividad como negocio hostelero.
El reto surge de inmediato: es preciso rehabilitar el café, ajado y maltrecho tras un uso intensivo de más de ocho décadas, dotándolo de los servicios propios del momento pero manteniendo su señero diseño vanguardista que, además, por su singularidad esta protegido. Bajo la dirección del arquitecto Antonio Fernández Morán se abordan las obras que durarán seis meses, en las que también participa el decorador José Antonio Menéndez Hevia.
El siglo XXI comienza, en la práctica, en el café Dindurra en el otoño de 2014, iniciando una nueva etapa que permite que Gijón mantenga vivas tanto una de sus señas de identidad como una de sus obras arquitectónicas más singulares. Tras 113 años de actividad, el Dindurra aún sigue siendo parte del presente y del futuro de Gijón.