miércoles, 2 de septiembre de 2015

Museo de las anclas Philippe Cousteau Salinas Asturias

Museo de Anclas Philippe Cousteau Salinas, Castrillón - Asturias

Esta situado en la península de la Peñona en el extremo occidental de la playa de Salinas, en Concejo de Castrillón. Surge a finales de los años 80 en el seno de la Cofradía de la Buena Mesa de la Mar. Es idea original de Agustín Santarúa, Vigía Mayor.

Según los estatutos de La Cofradía se constituyó para:”dar testimonio de amor a la mar y a sus gentes”.





El Museo de Anclas Philippe Cousteau se eleva en forma de atalaya en la península de La Peñona, un promontorio de la naturaleza rodeado de mar, en uno de los extremos de la playa de Salinas, localidad situada en el Concejo de Castrillón (Principado de Asturias).



Este Museo está concebido como un conjunto monumental al aire libre, donde se resalta la belleza de las anclas, que junto con el Templo de los Océanos, o el busto de Philippe Cousteau, proporcionan un interés añadido a una "Peñona" que siempre tuvo un carácter mítico para los castrillonenses.

Es una creación original para rendir un homenaje continuado de amor a la mar y a sus gentes, a toda la cultura que representa.

El mismo nombre escogido para la denominación del Museo, es la síntesis del origen vital y universalidad con que el propio Philippe Cousteau se refería a la mar.






Ancla de "La Garza"

Ancla donada por el Ayuntamiento de Palos de la Frontera, ciudad desde la cual, partieron en 1545 "La Niña", "La Pinta" y "La Santa María", carabelas capitaneadas y dirigidas por Cristóbal Colón y que sin proponérselo, consiguieron el encuentro histórico entre culturas muy distintas, ricas y singulares a la vez.

Es de tipo almirantazgo, tiene la caña y los brazos unidos en una misma pieza, con un cepo rebatible, perpendicular a unas y otras. La usaban los barcos de madera.


Ancla de "La Garza"



Un mural cerámico de grandes dimensiones, pero respetando el entorno, sirve de iniciación al Museo, y presenta como se traspone una ola a tierra; junto a él, se halla una artística vela metálica.

El mural se integra en la plaza que sirve de acceso y lo que trata de mostrar es la transposición de una ola a tierra. El material utilizado es refractario y en placas, habiendo sido necesarias más de 3.000 de ellas para su configuración. El peso en crudo es de unas 20 toneladas entre pastas y esmaltes, y los colores han sido aplicados mediante aerografía. El diseño es obra de Ramón Rodríguez, y su ejecución corrió a cargo de la Escuela Municipal de Cerámica de Avilés.















Puente Colgante. Un puente que estaba construido de madera y cadenas y anclado en los extremos, uno a la Peñona y el otro al final del museo de anclas.

Antiguo puente colgante y Mirador



el puente de "La Gaviota", que nos conduce al un espléndido mirador de forma cuenco — esférica, coronando un acantilado. Está situado en el punto más saliente de La Peñona y en parte en voladizo sobre el mar.

Desde el Mirador, se puede contemplar una vista impresionante del núcleo de Salinas, de San Juan de Nieva y hacia el occidente, de la costa castrillonense. Descendiendo por el Puente de La Gaviota y enfrentado sobre una roca batida por el mar que recibe el nombre de "La Peña Lisa", se alza el gran busto en bronce de Philippe Cousteau, símbolo de una vida dedicada a la mar. La escultura es de un artista avilesino llamado Vicente Santarúa Menéndez. La sobriedad formal, la nobleza de sus trazos, el gesto profundo..., hacen del busto una obra maestra y considerada la pieza estelar del Museo. El busto mide tres metros de altura y pesa 1.000 kilogramos. Fue transportado con ayuda de unas enormes grúas y helicópteros, aunque en un primer momento se intentó su instalación por mar.




Museo de anclas Salinas Puente de la Gaviota y mirador de la Peñona 



EL PUENTE COLGANTE EN LA ACTUALIDAD











 







Es un Museo singular, está al aire libre y cualquier persona puede acceder a él en cualquier momento, sus "puertas", siempre están abiertas 




















La Cofradía Buena Mesa de la Mar cuando decidió crear este Museo, pensó que Philippe Cousteau, hijo del gran oceanógrafo Jacques I.




Cousteau, podía ser quien representase con su ejemplo de juventud y dedicación a la mar hasta el último suspiro de su vida, ese homenaje eterno a la mar y a sus gentes.

El mirador en el extremo izquierdo de la playa y al final del museo del ancla.

En la inauguración del museo del ancla Philippe Cousteau, se realizó en este mirador la simbólica unión de las aguas de los océanos del mundo, portadas en vasijas, que hoy están en la Casa de Colonias, sede de la Cofradía de la Buena Mesa de la Mar.


 mirador de la peñona al lado de la playa de Salinas en el entorno del Museo de Las Anclas


En el centro de la curva que dibuja la cubierta de velas y anclas, se erige sobre la tierra una "rosa de los vientos", círculo que tiene enmarcados a su alrededor 32 rumbos en los que se divide el círculo del horizonte, y donde está el recipiente o concha en el cual, se vierten las aguas de los distintos océanos, formando con las gradas que se prolongan a lo largo de la cubierta de velas y anclas un espacio apropiado para la ceremonia de unión de los océanos.

Un mirador en forma de cuenco esférico situado en el punto más saliente de La Peñona y en parte en voladizo sobre el mar, completa el espacio para el ceremonial.

Esta forma parte del conjunto del Templo de los Océanos, el cual, se construyó en los años 1.994 — 1.996, es decir, después de la inauguración del Museo por parte de SS.MM. el Rey. Este templo está formado por las gradas que se prolongan a lo largo de la Cubierta de Velas y Anclas, y el mirador en forma de cuenco esférico, desde donde se realizó la simbólica unión de las aguas de los diferentes océanos del mundo, portadas desde distintos puntos en vasijas que hoy reposan en la Casa de Colonias, sede de la Cofradía de la Buena Mesa de la Mar.


Salinas Museo de Anclas Philippe Cousteau  Wind Rose  (la rosa de los vientos)


Un mirador en forma de cuenco esférico situado en el punto más saliente de La Peñona y en parte en voladizo sobre el mar, completa el espacio para el ceremonial.

Esta forma parte del conjunto del Templo de los Océanos, el cual, se construyó en los años 1.994 — 1.996, es decir, después de la inauguración del Museo por parte de SS.MM. el Rey. Este templo está formado por las gradas que se prolongan a lo largo de la Cubierta de Velas y Anclas, y el mirador en forma de cuenco esférico, desde donde se realizó la simbólica unión de las aguas de los diferentes océanos del mundo, portadas desde distintos puntos en vasijas que hoy reposan en la Casa de Colonias, sede de la Cofradía de la Buena Mesa de la Mar.


Salinas Museo de Anclas Philippe Cousteau  Wind Rose  (la rosa de los vientos)

No podia faltar un buen mirador cuyo suelo es una Rosa de los Vientos , se encuentra en el extremo de La Peñona y desde él podemos disfrutar una impresionante panorámica de Salinas y San Juan de Nieva.






En un pequeño paseo de unos 50 metros, se hallan enclavadas diversas anclas 3 donadas al Museo desde diferentes ayuntamientos españoles y extranjeros. Cabe destacar la contribución del consistorio de San Agustín de la Florida, ciudad norteamericana fundada por Pedro Menéndez de Avilés con el ancla procedente de "Nuestra Señora de Atocha", galeón español que salió de Cuba en 1.622 y se hundió en aguas del estrecho de Florida, en éste, su primer viaje. Fue recuperado tres siglos más tarde por el descubridor de tesoros Mel Fisher.


 salinas Museo de Anclas Philippe Cousteau - Cubierta de velas y Anclas



MUSEO DE ANCLAS.-Es una zona de paseo que discurre entre el final del muro y la Peñona. Este paseo separa la playa del Cuerno y la playa de Salinas.


 Salinas Museo de Anclas Philippe Cousteau



El Museo de Anclas Philippe Cousteau se eleva en forma de atalaya en la península de La Peñona, un promontorio de la naturaleza rodeado de mar, en uno de los extremos de la playa de Salinas, localidad situada en el Concejo de Castrillón (Principado de Asturias).

Este Museo está concebido como un conjunto monumental al aire libre, donde se resalta la belleza de las anclas, que junto con el Templo de los Océanos, o el busto de Philippe Cousteau, proporcionan un interés añadido a una "Peñona" que siempre tuvo un carácter mítico para los castrillonenses.

Es una creación original para rendir un homenaje continuado de amor a la mar y a sus gentes, a toda la cultura que representa.

El mismo nombre escogido para la denominación del Museo, es la síntesis del origen vital y universalidad con que el propio Philippe Cousteau se refería a la mar.

La Cofradía Buena Mesa de la Mar cuando decidió crear este Museo, pensó que Philippe Cousteau, hijo del gran oceanógrafo Jacques I.

Cousteau, podía ser quien representase con su ejemplo de juventud y dedicación a la mar hasta el último suspiro de su vida, ese homenaje eterno a la mar y a sus gentes.

Es un Museo singular, está al aire libre y cualquier persona puede acceder a él en cualquier momento, sus "puertas", siempre están abiertas para su visita.




Gran Mural: un mural cerámico de grandes dimensiones sirve de iniciación al Museo, integrándose en la plaza que sirve de acceso.

Templo de los Océanos: en el centro de la curva que dibuja la cubierta de velas y anclas se erige una rosa de los vientos, en ella se inserta el recipiente o concha en la que se vierten las aguas de los distintos océanos.

Un puente colgante nos permite acceder al mirador del museo, desde él se contempla una fabulosa panorámica de Salinas y sus alrededores. Desde este lugar completamos una experiencia única, dejándonos llevar a la deriva, rumbo al horizonte.








Las anclas son un instrumento básico para la navegación, sin ellas sería imposible fondear y tomarse un respiro. Pero muchas también son tesoros, pues sólo se consiguen recuperar de los fondos marinos tras un concienzudo trabajo de los arqueólogos marinos.

Existen anclas históricas y anclas contemporáneas, anclas que aún tienen brillo y anclas envejecidas y colonizadas por los moluscos. Anclas sencillas para puertos protegidos y anclas especiales para combatir huracanes.




El icono que identifica a lo marítimo en todo el mundo es el ancla. Todas las marinas del mundo la incluyen en los atributos del uniforme y en las insignias. Está presente en los gallardetes, en la decoración de la vajilla y hasta en el tradicional felpudo que da la bienvenida al barco. Tanto protagonisto no es porque sí. En más de una ocasión del ancla va a depender la seguridad del barco y de la tripulación.




plataforma de 90 metros de largo, 6 metros de ancho y 2 metros de alto, donde se elevan 6 velas de 18 m2 construidas en un principio en vidrio, pero que actualmente son en chapa de acero por culpa del vandalismo.

De las velas surgen las cadenas de las anclas que reposan sobre la cubierta o estrado. El autor del proyecto, el arquitecto Luis Castillo Arenal, premio Europa Nostra de arquitectura, ha escogido la vela como símbolo del impulso eterno y el ancla como el amor a la tierra, la serenidad y la permanencia.

Seis ciudades y villas marítimas de España: San Sebastián, Bilbao, Santander, Avilés, Gijón y La Coruña, dan testimonio de homenaje a la mar y a sus gentes a través de las anclas rescatadas de buques que fueron emblemáticos en sus puertos. Las anclas han sido donadas por los respectivos alcaldes en nombre de sus ciudades.





.- Ancla donada por el ayuntamiento de Donostia–San Sebastián, perteneciente al barco “Alfonso XIII”          (1927-1966)

.- Ancla donada por el ayuntamiento de Bilbao, del barco “Ciudad de Ceuta” (1929-1983), hundido en la 
   Ría de Bilbao en las inundaciones de 1983, entregada a la Cofradía de la Buena Mesa,     y fue la primera con la que se inició la colección del Museo

.- Ancla del barco “San Emeterio” (1887-1952) donada por el ayuntamiento de Santander
.- Ancla del “Cabo de Palos” (1885-1911) donada por el ayuntamiento de Avilés
.- Ancla del “Aegean Sea” (1973-1992), donada por el ayuntamiento de La Coruña

.- Ancla del “Castillo de Salas” (1980-1986), donada por el ayuntamiento de Gijón





Curiosamente, de todos los elementos de un barco el ancla es también el más sencillo, es el que menos ha evolucionado en toda la historia de la navegación. Desde el mundo antiguo hasta finales del siglo XIX el ancla de cepo tipo Almirantazgo fue el más utilizado en los grandes buques.




Ya sabemos dos de las cualidades básicas de toda ancla: es sencilla y capital. Para saber más de ambos asuntos debemos acercarnos al Museo de las Anclas de Salinas, en Castrillón. Un conjunto monumental al aire libre que coloca al ancla en el trono que se merece y que lleva el nombre de uno de los personajes más apasionados por la biología y la cultura marítima: Philippe Cousteau.








Todas las anclas de Salinas tienen una historia que contarnos. Pero es que, además, el museo se enclava en un lugar único desde el que es difícil no dejarse llevar por la ensoñación marítima y levar anclas definitivamente. El museo se dispone en la península de La Peñona, que en forma de atalaya se eleva en un extremo de la hermosa playa de Salinas. Podremos disfrutar de varias exposiciones permanentes, como la Cubierta de velas y anclas: en una plataforma de 90 metros de longitud se elevan 6 velas construidas en chapa de acero. De las velas surgen las cadenas de las anclas que reposan sobre la cubierta.


Ancla del “Aegean Sea”



Ancla del Aegean Sea o Mar Egeo (1.973 — 1.992)


Donada por el Ayuntamiento de La Coruña en 1.992, a los pocos meses de suceder la tragedia.

El Museo de Anclas Philippe Cousteau de Salinas guarda la memoria de venerables barcos que ocupan un lugar destacado en los anales de viejas guerras y aventuras transatlánticas. Pero en ese espacio de nobleza hay también un rincón para la indignidad, para el baldón que sobre la costa gallega derramó, a finales de 1.992 el Aegean Sea, el antecedente más cercano del Prestige, con el que le unen lamentables coincidencias.

Este petrolero griego de más de veinte años de antigüedad, transportaba 80.000 toneladas de crudo brent — blend cargado en Sullon Voe (Escocia). Tres días antes de la catástrofe, se refugió en la ría de Ares, debido a que el mal tiempo hacía muy peligroso su arribo al puerto de La Coruña.

En la noche del 3 al 4 de diciembre, tras obtener permiso para atracar en el muelle de Repsol, el capitán del barco, otro griego de infausta memoria, Konstadinos Stravridis, ordenó que se pusiese rumbo hacia La Coruña. Una decisión inexplicable, puesto que las previsiones meteorológicas apuntaban a un empeoramiento del tiempo. Y equivocada, puesto que sellaría el destino trágico del buque.

En su derrota hacia la bahía de La Coruña, los 261 metros de eslora del buque comenzaron a verse zarandeados por vientos de hasta 110 kilómetros por hora y olas de más de seis metros, una auténtica galerna que movía el barco como si se fuese un simple corcho a la deriva.

A la altura de la punta Herminia, ya a la vista de La Coruña, el buque realizó dos giros de noventa grados para evitar los bajíos de Xacentes, momento en que se vio empujado contra las rocas situadas justo bajo la Torre de Hércules. El práctico del puerto llegó demasiado tarde para evitar el embarrancamiento.

A la zona se desplazó entonces el remolcador Alonso de Chaves, que se vio incapaz de sacar al petrolero del cepo en que había caído. La situación del buque se hizo tan desesperada que se ordenó la evacuación de los tripulantes, mientras se abría una gran grieta entre dos de los nueve tanques del petrolero, herido ya de muerte.

En las operaciones participaban la embarcación de Salvamento Marítimo "Blanca Quiroga" y el "Helimer Galicia". Fue tan apurada la intervención que uno de los ocupantes del helicóptero cayó al mar embravecido y tuvo que ser rescatado por sus propios compañeros. Hacia las nueve y media de la mañana, los cinco tripulantes y el práctico de La Coruña que aún permanecían en cubierta, se arrojaron al mar, donde ya se acumulaba una buena cantidad de petróleo. Fueron rescatados milagrosamente.

Lo peor estaba por llegar. Inexplicablemente, se registró una fuerte explosión y se desencadenaron todos los infiernos. Una densa nube de humo comenzó a elevarse desde el petrolero cubriendo por completo el cielo.


Ancla del Aegean Sea o Mar Egeo (1.973 — 1.992), donada por el ayuntamiento de La Coruña


En La Coruña se desataron todas las alarmas. Se evacuaron colegios y viviendas cercanas a la Torre de Hércules, que con sus dos mil años, se convirtió en testigo mudo de la catástrofe. Las labores para extinguir el incendio duraron varios días. El Mar Egeo ya no ardía, pero había derramado su negra carga sobre una costa aún no recuperada del anterior desastre, el del Urquiola, que se hundió en 1.976 con 100.000 toneladas de crudo.

El Mar Egeo causará daños en toda la costa coruñesa y . dejará momentáneamente sin trabajo a tres mil pescadores y mariscadores. Mil terminaron colgando las redes. En las labores de limpieza intervino un buque con base en Gijón, el Punta Salinas.

Los coruñeses se echaron a la calle el 10 de enero de 1.993, bajo un eslogan que volvió a ponerse tristemente de moda: "Nunca Máis". Exigían que se declarase la costa afectada por la marea negra como zona catastrófica.

Después, los litigios para cobrar las indemnizaciones. El fondo internacional que cubre los desastres marítimos no cejó hasta rebajar al máximo las cantidades que debía abonar y llegó finalmente a un acuerdo con el Estado español en diciembre de 2.000, justo a tiempo para que se desencadenase la catástrofe del Prestige, por el que se comprometía a pagar 12.000 millones de pesetas, una cuarta parte de lo exigido por los afectados.

El barco pasaría después a manos de un chatarrero que lo compró por 25 pesetas.

El ancla del Aegean Sea contempla ahora desde La Peñona, las playas de Salinas, El Cuerno y San Juan de Nieva. Merece conservarse donde está, como recuerdo de lo que NUNCA MÁIS debería castigar los mares.






ancla del Castillo de Salas (1.980 — 1.986)

Donada por el Ayuntamiento de Gijón en 1.990.

Asturias tuvo, salvando las distancias, su propio "Prestige" cuando una suma de desgraciadas circunstancias (hay quien las ha calificado abiertamente de negligentes y criminales), motivó el embarrancamiento y posterior hundimiento del "Castillo de Salas" ante el cerro de Santa Catalina en Gijón.

Las consecuencias las ha tenido que sufrir la villa de Jovellanos hasta no hace mucho en forma de manchas de carbón y galletas de "galipote" procedentes de sus tanques de combustible. El Museo Philippe Cousteau de Salinas guarda el ancla de este buque.

El Castillo de Salas era un bula — carrier, o granelero, de 56.000 toneladas de registro bruto, el mayor de carga seca de la flota de la empresa estatal "Elcano", privatizada de la mano del armador González Tapias.

El mercante se encontraba el 11 de enero de 1.986 fondeado a la entrada del puerto de El Museo, esperando para descargar las 99.722 toneladas de carbón que llevaba en sus bodegas, procedente del puerto norteamericano de Norfolk. La carga iba con destino a la empresa siderúrgica Ensidesa, hoy Aceralia.

El fuerte temporal que reinaba en las costas asturianas terminó arrastrando el barco contra los bajíos del llamado "cantu de San Pedro", a unos seiscientos metros del Cerro de Santa Catalina, sin que los esfuerzos del capitán y el práctico del puerto de Gijón lograsen evitar el embarrancamiento. Se inició así un episodio aún no debidamente aclarado, en el que, según algunos, se entremezclan intereses económicos y políticos.

El rescate del barco se encargó a una empresa holandesa (la misma a la que el Museo de Anclas recurrió para obtener el áncora del buque), pero tras varios días de esfuerzos terminó partiéndose debido a un empeoramiento del temporal y una de las mitades, la de popa, se hundió a unos dieciocho metros de profundidad. Hay quien dice que el buque pudo haber sido remolcada antes de partirse, pero que las discusiones entre propietarios y aseguradoras por un lado, y la empresa holandesa por otro, sobre el coste económico del rescate, retrasaron fatalmente la operación.




Ancla del “Castillo de Salas” (1980-1986), donada por el ayuntamiento de Gijón


Al partirse el barco, Marina Mercante ordenó arrojar al mar toneladas de carbón que son las que periódicamente han terminado en la playa de San Lorenzo a lo largo de los años noventa.

La recuperación de los restos del barco se encargó entonces a la empresa Fondomar, que pudo remolcar parte de la proa del buque y extraer parte del carbón que se hallaba en la panza del mercante.

En octubre de ese mismo año, se dieron por finalizadas las tareas. La Dirección General de Marina Mercante y el Ayuntamiento de Gijón dieron por satisfactorio el dispositivo, señalando que no había riesgo de nuevos vertidos contaminantes.

Entonces se desconocía que habían quedado hundidos los tanques de combustible del buque, que en agosto de 2001, comenzaron a salir a la superficie, desencadenando una pequeña marea negra en la costa gijonesa. Ante el estupor de todos, especialmente de los responsables municipales que habían atribuido inicialmente los vertidos a la acción criminal de un buque del puerto gijonés, se procedió a una nueva operación de limpieza y extracción de los restos de fuelóleo, así como a la elaboración de un plan para reflotar los restos y volver a hundirlos a 77 kilómetros de la costa. Nadie exigió responsabilidades por la, a todas luces, chapucera gestión del rescate del buque.

Las diligencias penales abiertas contra el capitán del barco y el práctico del puerto de Gijón fueron sobreseídas, y en cuanto al juicio civil por el vertido, no llegó a celebrarse, al alcanzar un acuerdo el Estado con el Ayuntamiento de Gijón.







Ancla del "Consulado de Bilbao" (ex "Ciudad de Ceuta" y ex "General Sanjurjo")(1.920 — 1.983)

Ancla donada por el Ayuntamiento de Bilbao en 1990.

El transporte del Ejército de áfrica a la Península en los primeros días de la guerra civil española, es una de las claves de la derrota de la República, puesto que permitió a Franco el control de buena parte de Andalucía y la ofensiva de Extremadura que conectaría con la llamada Castilla La Vieja, el santuario y mayor soporte de las fuerzas republicanas.

El primero de aquellos transportes pasó pomposamente a la historia de la "Cruzada" como el "Convoy de la Victoria". Aunque el número de tropas que pasaron al otro lado fue mínimo, la propaganda nacional explotó el acontecimiento, que demostraba a las claras la voluntad de victoria de los sublevados. En aquel convoy intervino la motonave "Consulado de Bilbao", que por entonces se llamaba "Ciudad de Ceuta", y que había sido bautizada unos años antes con el nombre del polémico general Sanjurjo. El buque terminó sus días en la capital del Nervión, destrozado por la riada que azotó el País Vasco en 1.983. Su ancla, cedida por el Ayuntamiento, reposa en el Museo.

La motonave Sanjurjo fue construida en 1.929 en los astilleros de Unión Naval de Valencia, destinada a integrarse en la flota de la compañía Trasmediterránea.

El Sanjurjo, de 1.550 toneladas, era gemelo del "Primo de Rivera". El cambio de régimen de abril de 1.931 hizo poco adecuados sus nombres, por lo que el Sanjurjo pasó a llamarse Ciudad de Ceuta y el Primo de Rivera fue rebautizado como Ciudad de Algeciras.

Al producirse la sublevación, la compañía Trasmediterránea se puso al lado de los rebeldes y desempeñó un importante papel al brindar a Franco y sus generales una flota de cargueros esencial para el desarrollo de las operaciones contra el bando republicano.

El Ciudad de Ceuta se hallaba en Cádiz y viajó el día del alzamiento hacia Ceuta con el fin de participar en el transporte de tropas. Poco después, la tropa republicana cortaba el libre tráfico por el Estrecho.

Ancla del "Consulado de Bilbao" (ex "Ciudad de Ceuta" y ex "General Sanjurjo")(1.920 — 1.983)


En esos primeros días, la suerte de la rebelión pendía de un hilo. Cádiz y Algeciras estaban en manos de los sublevados. En Sevilla, Queipo de Llano y su II División de Infantería se habían hecho con el control de parte de la ciudad con tácticas de astucia y terror (como el ametrallamiento indiscriminado de barrios obreros), pero estaba incomunicado. Se hacía urgente el traslado del Ejército a áfrica. Sin embargo, no era tarea fácil.

En los días previos al 5 de agosto de 1.936, se concentró al grueso de las seis banderas de la Legión en Ceuta, de donde partiría el "Convoy de la Victoria". Se incluían, aparte del Ciudad de Ceuta y el Ciudad de Algeciras, el carguero Arango, el remolcador Benot, el viejo cañonero Dato, el minúsculo torpedero número 19 y el patrullero Uad — Kert. Frente a ellos, un acorazado, dos cruceros, ocho o diez destructores modernos y media docena de submarinos. ¿Qué permitió el paso de un convoy tan endeble? En primer lugar la descoordinación y dispersión de objetivos de una flota republicana a la que se ha tachado injustamente de indisciplinada. En segundo lugar, a la inusitada concentración aérea que, con la inestimable ayuda italiana, preparó el paso del convoy. Sólo hizo frente al convoy el destructor "Alcalá Galiano", con el que se cruzaron algunos cañonazos y que no pudo impedir finalmente el paso de la expedición, observada por el propio General Franco desde el monte Hacho, donde más tarde se levantaría un monumento. El resto de la guerra la consumió el Ciudad de Ceuta como parte de la flota del Estrecho.

En 1.974, el barco sería adquirido por la Asociación Vizcaína de Capitanes de la Marina Mercante, para su remodelación como sede de la entidad. El barco permaneció anclado en los muelles de Uribiatarte, en la ría del Nervión, frente al Ayuntamiento de Bilbao y muy cerca del puerto medieval de la capital vizcaína. Durante casi una década, el viejo carguero formó parte del paisaje de Bilbao. Fue el primero además en el que ondeó la "ikurriña" en la ría bilbaína.

Tendría un final trágico. El 26 y 27 de agosto de 1.983, se desencadenó sobre las costas vizcaínas una gota fría que ocasionó fuertes lluvias torrenciales y la gran riada que asoló Bilbao. Fue tal el crecimiento de las aguas que el barco flotó por encima del nivel del muelle y terminó en la misma plaza del ayuntamiento. A consecuencia de los daños sufridos, acabaría por hundirse. Sin embargo, su ancla fue rescatada y ahora descansa en Salinas, frente al mar Cantábrico.




En otra zona podemos encontrar El Libro de José, que sirve para sentarse. Se trata de una obra escrita por Armando Palacio Valdés sobre costumbres marineras, narra la historia de un pequeño pueblo ficticio asturiano llamado “Rodillero”,estaba asentado sobre unos pilares de hormigón cerca de la mar, pero debido a la fuerza ésta, ha ido moviéndose centímetro a centímetro hasta su posición actual, unos metros más alejado de la mar que en su estado originario.








Salinas museo de las anclas



Ancla "Balear" y el "Forner" de Roselló

Donada en 1997 por el Govern Balear al mismo tiempo que el ancla y junto a ella, se puede admirar también una gran escultura en bronce de 2 metros de alto, conocida como "El Hondero Balear" o "Forner", obra maestra del gran artista mallorquín LLorenc Roselló (1868 — 1901), considerado por algunos el sucesor de Rodín y por esta obra, recibió en la Exposición Universal de París de 1900 la Medalla de Plata.

El Museo guarda una de las páginas más gloriosas de la Marina de guerra española. Se trata del áncora de uno de los jabeques o "xebecs" en mallorquín, del almirante — corsario Antonio Barceló, que en el siglo XVIII, eliminó la amenaza de los piratas berberiscos del Mediterráneo y abrió este mar al comercio.

El jabeque, que deriva del dromón bizantino y de la galera, y que ya había sido adoptado por los piratas berberiscos en el siglo XV, se convirtió a finales del XVII en un arma temible, merced a su rapidez y facilidad de maniobra, frente a las pesadas naves cristianas.

Tenía tres mástiles (el del trinquete inclinado hacia delante), portaba velas latinas o triangulares y montaba una batería descubiertas de 20 cañones.

A mediados del XVIII, la Armada española decidió adoptar el jabeque como barco de guerra. El prototipo fue el "Gitano", construido en Cartagena en 1.750. Desplazaba 200 toneladas y tenía 28 cañones. Poco después se adoptaría el jabeque — polacra, de velas cuadradas. Los más significativos eran los mallorquines.

Uno de ellos fue el "Ibicenco", construido en 1.759. Desplazaba 110 toneladas, tenía 22 metros de eslora y montaba 20 cañones. Los había mayores, de hasta 680 toneladas y 38 cañones.

Fue Antonio Barceló el que sacó mayor partido de estas pequeñas embarcaciones. Su figura no deja de ser controvertida. De simple grumete alcanzó el grado de teniente general. No sabía leer ni escribir, salvo su nombre, y era de temperamento fuerte y malhablado. La aristocrática cúpula de la Marina Real lo odiaba y siempre intentó quitarlo de en medio, pero era adorado por sus hombres, a los que dirigía en primera línea.


Composición “Es Forner” y “Hondero Balear“, de Lorenz Roselló (1868-1901)El Govern Balear, al pueblo de Asturias, Castrillón, mayo 1991

Nación en Galilea, cerca de Calviá, en Mallorca, en 1.717. Cando contaba 18 años, la muerte de su padre le dejó al mando del jabeque — correo que unía las islas con la Península. Ya desde temprano comenzó a asaltar toda nave berberisca que se le ponía a tiro, y con 21 años, el Rey premia su valentía o voracidad nombrándole alférez de fragata.

En la década de los cincuenta continúa con sus campañas, no muy diferentes de las emprendidas por los argelinos, y en 1.761, ya capitán, manda la fragata "Garzota", así como una flota de jabeques. A lo largo del decenio hundiría 19 barcos piratas, liberará a mil cristianos y hará 1.600 prisioneros. Como premio, será nombrado capitán de navío en 1.769.

Tantos cañonazos había escuchado que estaba medio sordo y tenía la cara cruzada por varias heridas de guerra.

En el verano de 1.775, tras una infructuosa incursión en socorro del Peñón de Alhucemas, participa en la primera e infausta expedición a Argel. Barceló comandaba las fuerzas ligeras de la flota hispano — toscano — maltesa, formada por 49 bajeles al mando de Pedro González de Castejón.




En una pequeña explanada se encuentra la estatua del Hondero Balear y el Libro de José.

Los Honderos Baleares, eran antiguos guerreros de las Islas Baleares diestros en el manejo de la honda, la cual, utilizaban para defenderse de las invasiones de los piratas ya hace más de 2.000 años.

El Libro de José es un libro — banco, que sirve para sentarse. El libro, de costumbres marineras, narra la historia de un pequeño pueblo ficticio asturiano llamado "Rodillero". Unos autores lo orientan hacia Candás y otros hacia Cudillero. El libro — banco estaba asentado sobre unos pilares de hormigón cerca de la mar, pero debido a la fuerza ésta, ha ido moviéndose centímetro a centímetro hasta su posición actual, unos metros más alejado de la mar que en su estado originario. Escrito por Armando Palacio Valdés, escritor asturiano de gran renombre y prestigio. Vivió durante su niñez en una gran casa que hay frente al actual cine Marta y María de Avilés.

Con sus pequeñas naves, evacuó al maltrecho ejército español del general O´Reilly, que acababa de contemplar cómo los jinetes argelinos . masacraban a 5.000 de sus 18.400 soldados. Aquello le valió el ascenso a brigadier.

Cuatro años después vemos a Barceló, ya jefe de escuadra, en el sitio de Gibraltar, otra de las sangrientas aventuras de Carlos III. Fue en esa época cuando desarrolló un arma novedosa y crucial para la futura guerra en el mar: la lancha cañonera.

Las de Barceló eran barcazas de 17 metros de eslora, con 14 remos por banda y una dotación de 30 marineros, que servía grandes cañones de 24 libras o morteros. Al principio despertaron las risas de los británicos, pero después de probar sus efectos las terminaron adoptando con mucho más éxito.

Ante Gibraltar intentaron hacerle la cama. Se envió incluso a un marqués (el de Griñón) para evaluar sus dotes como general. Sesentón y sordo, el mallorquín debió de causar buena impresión, puesto que se recomendó al conde de Floridablanca, primer secretario de Estado, su ascenso a teniente general.

En julio y agosto de 1.783, Barceló comandaría una gran escuadra de 85 embarcaciones contra la república corsaria de Argel. La incursión destruyó un diez por ciento de las edificaciones, fortalezas y naves argelinas, pero no logró doblegar al "dey", que se lanzó a una campaña de armamentos, con apoyo del sultán turco y de asesores europeos. No sirvió de mucho.

En julio de 1.784, el mallorquín dirige una segunda expedición, formada esta vez por 122 embarcaciones españolas, napolitanas, maltesas y portuguesas. Fue tal la tormenta de fuego que cayó sobre la plaza que el "dey" de Argel se avino a negociar con España y concluyó un tratado en junio de 1.786, con lo que se dio por concluida la piratería. Barceló recibió la Gran Cruz de Carlos III.

No sería su último servicio. En 1.790 y 1.791, y pese a su avanzada edad, acudiría en socorro de la plaza de Ceuta, aunque no se hizo necesaria ala intervención de la escuadra, atracada en Algeciras, al morir el sultán de Marruecos en un combate contra su hermano. Barceló moriría dos años después a los 76 años.

La estela de uno de aquellos xebecs que combatieron a los berberiscos hace ya más de dos siglos conduce hasta el Museo de Salinas, donde también se recuerda al almirante — corsario, aquel por el que aún se exclama en tierras levantinas: "Més brau que Barceló per la mar".






Ancla del Primer Yate Fortuna

Una de las joyas del Museo Philippe Cousteau de Salinas es el ancla del primer yate "Fortuna" del que disfrutó el Rey de España, Juan Carlos I, la embarcación de lujo que durante muchos años sirvió de escenario para numerosas apariciones públicas del Monarca, especialmente durante sus períodos vacacionales en Mallorca.

Aunque era uno de los yates más rápidos de su clase, los problemas técnicos de la embarcación y la escasez de espacio y comodidades aconsejaron su retirada a finales de los años noventa.

Actualmente el ancla se encuentra en la sede Las Colonias de la Cofradía Buena Mesa de la Mar estando pendiente su instalación en el museo.
Ancla del yate “Fortuna” cedida por Patrimonio Nacional para su instalación y exhibición en el “Museo de Anclas“, en La Peñona (Salinas)





Nuestra Señora de Atocha


La ciudad de San Agustín rinde homenaje a las rutas de la cultura y conocimiento que los Océanos nos facilitan

Cuando salió de Cuba en su primer viaje, en el año 1622, el galeón español de 500 Toneladas se hundió en el Estrecho de La Florida. Tres siglos más tarde fue recuperada por el descubridor de tesoros, Mel Fisher. El ancla permaneció al cuidado en la ciudad de San Agustín, La Florida (EEUU), a fin de ser presentada a los habitantes de Avilés, cuna del fundador de nuestra ciudad, don Pedro Menéndez (12 de octubre de 1999)









Una de las historias más apasionantes que guarda el Museo Philippe Cousteau de Salinas es la del galeón español "Nuestra Señora de Atocha". El ancla que este buque hundido en 1.622 y recuperada 350 años después por Mel Fisher, el buscador de tesoros más famoso de la historia, fue donada en octubre de 1.999 por la ciudad de San Agustín, fundad por Pedro Menéndez de Avilés, donde estuvo expuesta largo tiempo, junto a los restos del galeón.





El Nuestra Señora de Atocha de 550 toneladas, medía 34 metros de eslora y 10,5 metros de manga, y tenía 4 pies de calado. Fue construido por Alonso Ferrera en La Habana, entre 1.616 y 1.620. Realizó una única travesía a España, un tanto azarosa, puesto que rompió el mástil. Estuvo reparado con antelación suficiente para partir el 23 de marzo de 1.622 desde Sevilla con destino a las Américas, encuadrado en las flotas de Nueva España que hacía la ruta hacia Veracruz, y de Tierra Firme, que viajaba hasta Cartagena y Portobello. Estas dos flotas viajaban dos veces al año a las colonias para embarcar los impuestos y productos americanos.

España vivía un momento crítico. En Flandes habían vuelto a reanudarse las operaciones contra Holanda, tras una larga tregua, y los Habsburgo españoles estaban cada vez más involucrados en la guerra de los Treinta Años. El joven Felipe IV estaba acosado por sus prestamistas, en especial los Fugger de Augsburgo. Las ciudades españolas eran nidos de "Lazarillos" y "Buscones", mientras los aristócratas derrochaban a manos llenas. El oro y la plata de América eran esenciales para evitar la bancarrota y continuar la agresiva política internacional española. Sin embargo, las armadas extranjeras, sobre todo la holandesa, acosaban sin piedad a los galeones.




Tras hacer una pequeña escala en Dominica, el Atocha y la flota de Tierra Firme partieron hacia Cartagena, y arribaron a Portobello el 24 de mayo. Allí, permanecerían los barcos dos meses, en tanto llegaban los envíos de oro y plata desde Lima y Potosí, en el Perú.

La flota partió el 22 de julio hacia La Habana, previa escala en Cartagena, donde se cargó el primer envío de oro de las minas de Santa Fe de Bogotá. En Trujillo embarcó índigo (planta para teñir las prendas de añil). Las flotas, con 28 barcos, se encontraron en La Habana el 22 de agosto, en plena temporada de huracanes. Se echaron a la mar el 4 de septiembre. El marqués de Cardereita, marchaba en el Candelaria, la nave capitana. El Atocha, con 20 cañones y 265 personas a bordo, entre ellos 82 soldados, era la nave almirante, y navegaba a retaguardia. Con el Santa Margarita, transportaba mercancías más preciadas.

Los barcos debían navegar hacia el norte para alcanzar la corriente del Golfo de México. Las cosas empezaron a ir mal el 5 de septiembre. Una borrasca hundió uno de los mercantes, el Consolación. Por la noche, el viento arrojó a los barcos hacia los Cayos de Florida. La mayor parte de la flota logró introducirse en las tranquilas aguas del Golfo de México, pero el Atocha, el Santa Margarita y otros dos buques no lograron eludir los bajíos de coral.

Se envió al Santa Cruz en busca de los náufragos. Sólo pudo encontrarse con vida a tres marineros y dos esclavos negros agarrados al mástil. El Atocha quedó sumergido a unos 17 metros, con la carga intacta. El lugar del hundimiento quedó señalado a unas 50 millas de lo que hoy se conoce como Dry Tortugas, pero otro huracán borró toda huella del Atocha. Sólo veinte barcos regresaron a La Habana. Ocho se perdieron, con una carga de dos millones de pesos.

No sería hasta el 20 de julio de 1.985 cuando otro hijo del cazatesoros, kane, encontrase el filón principal, descrito como "un arrecife de barras de plata". A los tesoros incluidos en el manifiesto del Atocha que figura en los Archivos de Indias de Sevilla, hubo que añadir 700 esmeraldas y otras 2.500 piedras preciosas transportadas de contrabando. Una auténtica fortuna muy difícil de valores: entre 200 y 400 millones de dólares.


Los tesoros del Atocha pueden contemplarse en el Museo Mel Fisher de Florida, pero quienes no puedan ver su ancla en Salinas alzándose sobre el Cantábrico.


Una de las piezas de más valor que aquí se expone es el ancla del galeón español Nuestra Señora de Atocha. Embarcación que naufragó en la costa de Florida en 1628 cuando regresaba a España cargado con los tesoros del Nuevo Mundo, concretamente de Lima y Potosí.

El Atocha llevaba a bordo 24 toneladas de plata en 1.038 lingotes, 180.000 pesos en monedas de plata, 582 lingotes de cobre, 125 barras y discos de oro, 350 cofres de índigo, 525 fardos de tabaco y 1.200 libras de platería trabajada, amén de sus 20 cañones de bronce.

El golpe para la Corona española fue tan duro que se vio obligada a vender algunos de sus galeones. Entre 1.624 y 1.644 hubo varias expediciones para recuperar los tesoros, sin mucho éxito.

Tres siglos y medio después se desarrollaría otra peripecia no menos singular. En 1.968 el buscador de tesoros Mel Fisher, conoció la existencia del Atocha durante una fiesta. Era el comienzo de una obsesión que no le abandonaría en las siguientes dos décadas. Ayudado por su familia y los integrantes de la compañía "Treasure Salvors", este Indiana Jones de las profundidades comenzó al año siguiente a peinar los Cayos de Florida. Utilizó una técnica de su invención, un sonar especial.

En 1.973, encontró tres lingotes de plata, y en 1.975 su hijo Dirk Fisher recuperó cinco cañones de bronce. El Estado de Florida quiso quedarse con los hallazgos, pero un tribunal dictaminó que estaban fuera de las aguas norteamericanas. Poco después, Dirk Fisher, su esposa y otro buzo murieron al zozobrar su embarcación. Pese a este golpe, Mel Fisher redobló sus esfuerzos. A lo largo de los primeros ochenta fue sacando a la superficie nuevos tesoros pertenecientes especialmente al Santa Margarita.


Ancla del "Ciudad de Turbo"

Este barco fue ideado en un principio, como muchos miles más, para destinarlo a la II Guerra Mundial, pero con la rendición de Japón en 1945, su construcción se paralizó; años más tarde, y con financiación privada, el proyecto se reanudó siendo lanzado a la mar en 1947. Sirvió como buque de carga en las aguas del Caribe y América del Sur, y poco se sabe de sus actividades durante ese tiempo.

Hoy, unos 45 años después de haber sido lanzado al agua, y a excepción de las paradas para reponer combustible o reparaciones ocasionadas, el Ciudad de Turbo nunca dejó de funcionar día o noche y aún así, es el único de los de su clase que todavía permanece a flote. ¿Cómo hace para durar más que todos sus contemporáneos?, pues gracias al carácter de su propietario, el fundador y Presidente de Líneas Agrumar, Manuel del Dago, que como tributo o afecto a su primer buque, que ya estaba deteriorándose, ordenó un programa masivo de reconstrucción. Aún así, quien entre en el cuarto de máquinas del Ciudad de Turbo, se encontrará en el mismo un museo de la tecnología marina de hace medio siglo cuyo epicentro, es el enorme motor de propulsión diesel Busch — Sulzer que con 1.700 caballos de fuerza es el único de una lista de 24 tan solo, que permanece activo en el mundo de hoy.

Ancla del "Ciudad de Turbo"




Museo Anclas




Ancla del "Paca Gómez"(1.905 — 1.962)


Ancla donada por el Conceyo de Cervo en 1997.

Perteneció al moto — velero "Paca Gómez", que navegó como buque de carga entre 1905 y 1962, y a la inauguración, asistieron entre otros, antiguos tripulantes del buque.

Ancla del "Paca Gómez"(1.905 — 1.962)




Ancla de "San Gabriel"


Ancla donada por el Ayuntamiento de Vila Franca de Xira.

Cada 28 de junio se cumple el aniversario de la muerte de Philippe Cousteau, a quien está dedicado el Museo de Anclas.

El segundo hijo de Jacques Cousteau, su mano derecha y heredero in pectore del imperio forjado por el gran defensor de los mares, falleció mientras probaba un hidroavión Catalina (bautizado como el Calypso Volador), que el equipo utilizaba en la grabación de sus documentales y que había estado reparándose días atrás.

La intención de Philippe Cousteau era realizar posteriormente un viaje hasta California, donde la familia tenía su base de operaciones. Al intentar un amerizaje en aguas del Tajo, en las inmediaciones de la localidad de Alverca, en el municipio portugués de Vila Franca de Xira, el hidroavión volcó, con tan mala fortuna que parte del fuselaje y del ala penetraron en la cabina y mataron en el acto al explorador. En la avioneta viajaban otras siete personas que sólo sufrieron heridas leves.

Uno de los primeros buques que acudieron al rescate de los accidentados (al menos es lo que aseguran los portugueses), fue el petrolero San Gabriel, que durante décadas, se dedicó a surtir de combustible a los numerosos barcos que penetraban en el estuario del Tajo.

El ancla de este buque fue donada hace unos años por el Ayuntamiento y reposa ahora en La Peñona de Salinas sobre una base creada por el artista portugués Joäo Duarte.


Ancla de "San Gabriel"


Ancla del "Velasco"


Ancla donada por el Ayuntamiento de El Ferrol en 1996 que se utilizaba para embarcaciones menores.

Una de las piezas del Museo que más llama la atención es la que perteneció al buque de desembarco "Velasco", del tipo " danforth" (presenta los brazos articulados, son movibles y un cepo próximo a la cruz en vez de a la cabeza de la caña), con una altura de tres metros y medio y otros tres de anchura.

El áncora terminó en Salinas gracias a los esfuerzos del almirante de origen asturiano Gabriel Portal Antón, entonces capitán general de la Zona Marítima del Cantábrico, que la donó al Ayuntamiento de El Ferrol y éste al Museo.

El Velasco perteneció primero a la Armada norteamericana, bajo el nombre de "Terrebonne Parish", y estuvo presente en las maniobras de la llamada crisis de los misiles de Cuba, el momento más caliente de la "guerra fría". A principios de los setenta pasó a la Armada Española y finalizó su singladura en 1.994, no sin antes participar en el despliegue de la OTAN en Bosnia.

El buque fue botado en agosto de 1.952 en los astilleros Bath Iron Works, de Bath (Maine), con el nombre de LST1156. Era un buque de desembarco de tanques con puertas en proa abisagradas y rampa abatible. Desplazaba 6.225 toneladas con 117,4 metros de eslora y 16,7 de manga.

Con una tripulación de 115 hombres, podía transportar hasta 395 infantes de marina con todo su equipo y medio centenar de vehículos militares. El buque, dotado de tres ametralladoras pesadas, poseía una rampa para el aterrizaje de helicópteros, incluidos los pesados "Chinook" del ejército de tierra.

Tras su botadura, pasó a las fuerzas de desembarco de la Flota Atlántica de los Estados Unidos en septiembre de 1.953, iniciando una serie de ejercicios preparatorios en Little Creek, hasta que el verano de 1.955, en que fue rebautizado como LST 1156 Terrebone Parish.

Continúa realizando operaciones en el Caribe y la costa de Carolina del Norte para después realizar un crucero hacia Lisboa y Port Lyautey (Marruecos).

A mediados de 1.957 transporta tropas de marines al Mediterráneo, donde se une a la Sexta Flota y realiza hasta 1.961, diversas maniobras de desembarco en las costas turcas, griegas e italianas.

La crisis de los misiles en Cuba motivó su traslado a aguas caribeñas donde en octubre de 1.962 se estableció una "cuarentena" en torno a la isla. En aquellos tres meses en los que el futuro del mundo estuvo en manos del John F. Kenndy y NIkita Kruschev, el buque estuvo encuadrado en el sexto escuadrón anfibio de la Flota del Atlántico. Afortunadamente, no fue necesario desembarco alguno, por lo que volvió al Mediterráneo.





De 1.963 data su primer contacto con España. Ese año estuvo presente en unas maniobras con 3.000 marines norteamericanos y españoles. En el otoño de 1.964 participaría en el ejercicio "Steel Pike" en Huelva, transportando a la compañía G del primer batallón del segundo regimiento de marines. En 1.966 forma parte del despliegue norteamericano en la República Dominicana, para volver al Mediterráneo en 1.967 con nuevos ejercicios en Cerdeña, Grecia...

Participaría en el ejercicio "Fair Game Five", con marines y torpas de la Legión Extranjera Francesa.

Sigue un período de nuevas maniobras en Málaga, Panamá, ..., para pasar en octubre de 1.971 a la Armada Española que lo renombró como L11 Velasco. Ya en la Armada Española, fue utilizado como barco de entrenamiento por la Unidad de Operaciones Especiales con base en La Carraca (Cádiz).

En 1.981, el día de las Fuerzas Armadas, participo con otros buques en un simulacro de asalto anfibio en Barcelona.

En 1.992 y 1.993, el Velasco y otro barco participaron junto al anfibio "Castilla" y el buque de desembarco "Hernán Cortés" en labores de apoyo logístico a las tropas españolas desplegadas en Bosnia, trasladando personal, vehículos y pertrechos.





Siguiendo hacía el mar La Peña Lisa es la base donde reposa un busto en bronce de Philippe Cousteau,es de un artista avilesino llamado Vicente Santarúa Menéndez. Mide tres metros de altura y pesa una tonelada.


salinas Museo de Anclas Philippe Cousteau - La Peña Lisa

En 1991, se encargó la escultura de bronce con el busto del hijo del Comandante Cousteau a Vicente Santarúa (hermano de Agustín Santarúa, y autor, entre otras obras de la escultura dedicada a Woody Allen que se encuentra a pie de una de las calles más concurridas y populares de Oviedo).

Si importante es la obra, el lugar elegido para su colocación no pudo ser más acertado, teniendo en cuenta el final trágico de Philippe Cousteau



Busto de Philippe Cousteau: sobre una roca batida por el mar, la Peña Lisa, se alza el gran busto en bronce de Philippe Cousteau, símbolo de una vida dedicada al mar y cuyos valores humanos y científicos han sido sobradamente contrastados en todo el mundo.






























Salinas museo de las anclas candados firman amores










1 comentario:

  1. Un saludo.
    cuanto crees que podria pesar esta ancla:
    https://m.facebook.com/larutadelaconstruccionnaval/photos/a.413207585359111.101427.397882136891656/413207785359091/?type=3&source=54
    - Esta en Ferrol, y que tipo de barcos la usaban?
    - Me tengo que dar una vuelta por por ese paseo !!

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