miércoles, 1 de octubre de 2014

Un Paseo por Avilés Asturias

Un paseo por la villa de Avilés


Avilés

Avilés es una ciudad por descubrir. La imagen preconcebida de esta gran villa, incluso para muchos asturianos, es la de una ciudad industrial en declive. Aunque su fisonomía aérea sí nos ofrece claras zonas industriales, en el cogollo de esta gran villa se esconde un enorme patrimonio y un casco histórico de ensueño. La vieja Avilés pervive con la más contemporánea de una forma única en el Cantábrico; la recuperación medioambiental de su ría y la puesta en valor de su centro urbano hacen que el esplendor de su arquitectura y la belleza de su entorno dominen sobre su componente industrial.


IGLESIA DE SAN NICOLAS DE BARI


Antiguo convento de la comunidad franciscana que llegó a Avilés en el siglo XII. Hoy en día es la parroquia de San Nicolás de Bari.

Conserva signos de la identidad histórica avilesina, como la pila bautismal: un capitel corintio, al que muchos expertos señalan como uno de los pocos vestigios del dominio del Imperio Romano en el Avilés primitivo.

Avilés Casco Antiguo Iglesia San Nicolás de Bari


Se ha especulado que los padres franciscanos han aprovechado la existencia de un templo prerrománico para instalarse en nuestra ciudad (signos como un fragmento de un cancel prerrománico, actualmente incrustado en la pared del claustro dan prueba de ello).

A lo largo de los siglos, el convento sufrió numerosas modificaciones, y la que se conserva como auténtico es el pórtico de la fachada norte, de estilo protogótico. Del siglo XVII data el claustro, que incorpora una sala capitular románica del siglo XIII.

El interior tiene capillas muy interesantes, pero destaca sobre todo, el sepulcro de Martín Alas, finales del siglo XV y una maravillosa muestra de la estética hispano-flamenca.









Precisamente, la función principal de la capilla de los Alas es servir como digno sepulcro para Pedro Juan y su familia. La situación del edificio, ...



                                                         

Avilés la Villa del Adelantado

Una nueva Avilés un paseo por el casco urbano puede llegar a ser una de las visitas que más nos sorprendan de Asturias. No en vano, la ciudad celebra sus mil años de existencia y nos ofrece su rico pasado por todas partes. El patrimonio arquitectónico de la Villa del Adelantado (así es como se la conoció en honor a un famoso conquistador avilesino llamado Pedro Menéndez, apodado el Adelantado) es muy variado en estilos y épocas históricas. Al ser una población de gran tradición comercial y portuaria, fueron muchos los nobles que durante la Edad Media y Moderna se instalaron aquí, construyendo casonas y palacios. Desde el siglo XII, el pulso económico de esta ciudad se fue plasmando en una serie de realizaciones arquitectónicas, algunas perdidas en su integridad como las murallas y otras conservadas, aunque con sensibles reformas. Algunos de los inmuebles más representativos de este entorno se han ido fundiendo con las nuevas infraestructuras culturales de la ciudad. Por eso en Avilés se respira un ambiente dinámico y cargado de iniciativas públicas.




Pedro Menéndez, apodado el Adelantado


Casco histórico de Avilés

La mejor forma de recorrer la villa del Adelantado es a pie. La calle Rivero y la calle Galiana discurren por los soportales más famosos del Principado, soportales que antiguamente servían de refugio para la venta ambulante los días de mercado. Rápidamente descubriremos que el casco urbano es muy paseable y que propone al turista un recorrido singular y muy valioso. El barrio de pescadores

las iglesias vieja y nueva de Sabugo, la plaza de los Hermanos Orbón o el palacio de Camposagrado bien merecen una visita, así como la plaza de España, atravesando las calles de la Fruta o la Ferrería para adentrarse después en el parque Ferrera, auténtico pulmón verde de la ciudad. De obligada visita es la actual iglesia de los padres franciscanos, antigua iglesia parroquial de San Nicolás de Bari. Se trata del edificio de mayor antigüedad de la villa. Construido entre los siglos XII y XIII, cuenta con una interesante portada románica y preciosa bóveda de crucería.

Iglesia vieja de Sabugo



La iglesia vieja de Sabugo, antigua iglesia de Santo Tomás de Canterbury o Cantorbery, pese a ser remozada en los ss. XV, XVI, XVII y XVIII, es la mejor muestra, la más completa, de templo románico en la villa de Avilés. Está ubicada al norte, en el antiguo barrio pesquero de Sabugo, construido extramuros de La Villa, que en el medievo era un pequeño e importante pueblo independiente, entonces separado del resto de la ciudad por un brazo de la marisma y hoy ya incluido en el tejido urbano. La advocación a un santo foráneo llegó con los buques arribados aquí, fruto de los intercambios comerciales de los avilesinos a través de su puerto. Erigido en la plaza del Carbayo, el edificio, citado ya en un documento de 1254 que se conserva en la Catedral de Oviedo, parece haberse concluido en la primera mitad del siglo XIII, aproximadamente. Tardó casi setenta años en construirse, por lo que confluyen en ella dos estilos arquitectónicos: el románico pleno y el protogótico, este último, de realización más modesta, presente en la portada principal, la occidental.

La iglesia está compuesta por una única nave, rectangular, de tres tramos, separados por arcos fajones apoyados en pilastras y con cubierta a base de bóveda de cañón con lunetos, que reemplazó hacia 1740 a otra de madera, arruinada. En el lado norte aparecen dos capillas adosadas, del XVIII, cubiertas con bóvedas, de cañón en una y de arista en la otra. El semicircular ábside, románico, es el único de los de esta corriente que se conserva en la villa; lo precede un tramo recto adscrito al románico internacional, lo cubre una bóveda estrellada y está separado de la nave por medio de un muy espacioso arco de triunfo, apuntado, de doble arquivolta y decoración en zigzag, al que soportan columnas con capiteles tallados.




Iglesia de Santo Tomás de Sabugo

Perduran dos portadas, la oeste y la sur, ambas abocinadas y protegidas por tejaroz. La primera, y principal, levemente apuntada, está colocada a los pies y tiene arquivoltas desornamentadas, excepto la externa, que descansan sobre columnas con capiteles figurados. Por su parte, la portada sur, de arco de medio punto, que estuvo cobijada bajo un pórtico, donde se reunía el gremio de mareantes, fechado a comienzos del XIX y suprimido en 1929, presenta tres arquivoltas sobre cuatro columnas de capiteles enriquecidos con motivos vegetales, animales y humanos. Las ventanas románicas fueron cegadas en el s. XVII, abriéndose otras en su lugar. Su cornisa se presenta apoyada en una sucesión de canecillos esculpidos. Una espadaña de dos huecos remata el frente —enteramente de sillar— del viejo templo, cuya parroquialidad traspasa en 1903, por necesidades de los nuevos tiempos, a la nueva iglesia de Sabugo, construida en la calle de la Cámara, dentro de una de las zonas de ensanche de la ciudad.

Esta iglesia, que hoy apenas se emplea para actos religiosos, también acoge conciertos, exposiciones y actos sociales importantes.

La iglesia 'nueva' de Sabugo, tenida por la 'Catedral' de Avilés

se construyo un nuevo templo parroquial, en lugar donde había estado un convento, el de La Merced, recién derruido por entonces.
Y, así, con las piedras de un convento levantaron una iglesia, diseñada por Luis Bellido, arquitecto diocesano que también firmó el diseño de la basílica de Covadonga.
el sábado, 5 de septiembre de 1903, se inauguró, ahí sigue luciendo su empaque vertical e inquebrantable.



iglesia de sabugo nueva

Muchos visitantes la toman por la catedral de Avilés. Tiene porte y empaque de ello. Es la parroquia de Santo Tomás de Canterbury, que los avilesinos castellanizan como Cantorbery, pero la conocen más como 'la de Sabugo nueva', uno de los símbolos más visibles del cambio que experimentó el Avilés de entre siglos XIX y XX.
Dos torres gemelas de 47 metros de altura, una nave central de 57 metros de longitud por 22,50 metros de anchura, midiendo el crucero 30 metros de ancho y con una altura de bóveda de 19 metros. Así como 45 ventanales de distintos tamaños.
Pero hay una particularidad muy notable en el nuevo edificio religioso. Y es el protagonismo de artistas asturianos en la decoración de los interiores.

Plaza del Mercado o de los Hermanos Orbón


Quizá sea el más singular espacio arquitectónico de Avilés. Su perfecta simetría y el hecho que de la plaza esté completamente rodeada de galerías es lo que le da una originalidad impactante.


   Plaza hermanos Orbón

Al igual que el parque del Muelle, la nueva plaza del mercado fue edificada desecando terrenos de marisma y canalizando subterráneamente el río Tuluergo, que discurría por la actual calle de La Muralla.

    Plaza hermanos Orbón

Este original espacio arquitectónico fue construido en la segunda mitad del siglo XIX. De forma rectangular, vierte hacia las calles que lo rodean vistosos balcones y miradores, y hacia el interior, galerías de madera sostenidas por columnas de hierro –adornadas con rejería– que conforman en todo el conjunto perimetral unos soportales de considerable altura. Bajo los mismos se ordena, en bajo y entresuelo, locales comerciales. Tiene cuatro entradas.

   Plaza hermanos Orbón
                                                 


Aunque la gente siempre la ha conocido como la del Mercado, su nombre oficial es de Hermanos Orbón (avilesinos, compositor musical uno y periodista el otro, emigrados a Cuba, donde desarrollaron gran parte de su obra).

 Plaza hermanos Orbón

El centro de la plaza está ocupado por un edificio que alberga los puestos de venta. Los lunes se celebra el tradicional mercado semanal, uno de los más concurridos de la región, que fue instituido hace más de quinientos años por concesión de los Reyes Católicos, complementado con notables privilegios comerciales para la ciudad, que había sido asolada por un gran incendio.

Su cercanía al parque del Muelle (cuando éste era el principal lugar del ocio ciudadano), convertía, con mal tiempo, los soportales de esta plaza en cobijo de los avilesinos, transformándose en «el paseo de invierno».


Es el palacio de Camposagrado la joya de la corona

Una obra de arte, diseñada entre 1693 y 1696 por los arquitectos avilesinos Menéndez Camina (cosa dada por supuesta, ya que trabajaban sistemáticamente para los marqueses de Camposagrado), y ejecutada bajo la dirección de los maestros de cantería: Domingo de Festas, Isidoro Martínez y Agustín Martínez.


El palacio de Camposagrado es la joya de la corona del patrimonio histórico-artístico avilesino y paradigma de cualquier ciudad marítima que se precie de tal, por su racional y estratégica ubicación.
Si a ello se une la abundancia de elementos decorativos, en su fachada sur, así como al cambiante estilo de las columnas del edificio central -desde que nacen en el espectacular escudo central hasta que aterrizan en la puerta principal- componiendo un soberbio retablo, entonces la cosa es magistral. Es la monda.


Palacio Camposagrado
La fachada sur del palacio de Camposagrado, en toma fotográfica hecha desde la calle de La Fruta


Camposagrado, comenzó a crecer en el siglo XVII, partiendo del núcleo medieval de otro palacio, de la poderosa familia Las Alas, ubicado en este lugar. Lo que hizo el primer marqués (que se había casado con 'una Alas') fue ensanchar el antiguo edificio en todos los sentidos. En 1646 hacia el Norte, o sea hacia el mar, saltando incluso sobre las murallas medievales que en este sitio eran fronterizas con el puerto de Avilés, que estaba -entonces- literalmente a sus pies.

palacio Camposagrado fachada Norte


La construcción avanzó hacía la actual calle de La Muralla, saltándose la muralla misma (de tres metros de anchura) y adentrándose una distancia muy similar en las aguas que, entonces, rodeaban esta zona. En la fachada que da a la Cuesta de La Molinera se puede apreciar por donde iba la muralla, marcada con losetas oscuras en el firme de la calle y su altura se puede ver en la fachada del palacio. En el interior de Camposagrado, episodio aparte, se puede contemplar perfectamente el lienzo de la muralla

Opiniones autorizadas lo señalan como el mejor ejemplo del barroco asturiano. En cualquier caso, es espectacular la exhibición artística de este palacio avilesino, construido con tanto tino.


Iglesia de los Padres Franciscanos


La iglesia de los Padres Franciscanos, es un templo de culto a la religión católica dedicado a San Antonio de Padua. Se encuentra en Avilés, Principado de Asturias

Se trata de una iglesia construida en el siglo XII perteneciendo al estilo románico. La iglesia está profusamente ornamentada con abundante ornamentación en los capiteles, molduras, canecillos y metopas. De la decoración se puede destacar la escena del pecado original labrada en uno de los capiteles.



Avilés Iglesia Padres Franciscanos


Hoy en día pertenece al convento de los franciscanos, tras la amortización de Mendizábal, en la que abandonaron el original convento de San Francisco (en la actualidad, Iglesia de San Nicolás de Bari, en la plaza avilesina de Domingo Álvarez Acebal). En la actualidad los miembros de la orden residen en un edificio cercano al templo.

En esta iglesia se encuentra la tumba de Pedro Menéndez, el adelantado de la Florida, fundador de la ciudad más antigua de los Estados Unidos de América, San Agustín (Florida). También es de gran interés histórico-artístico lacapilla funeraria adosada de los Alas.



El artístico 'parche' de la villa de Avilés

La plaza de España, corazón del conjunto histórico-artístico avilesino, es conocida coloquialmente como El Parche, para asombro de extraños

La plaza de España es el kilómetro cero de Avilés. Se tienen escrito excelencias sobre ella y todas coinciden en su monumentalidad, que algunos llevan al extremo de calificarla como una de las plazas mayores más destacadas de España. Por su tipismo, por su paisaje y por su paisanaje.


Plaza de España

para los habitantes de Avilés esta plaza es: el Parche. Por la sencilla razón de que un día una obra urbana, aquí realizada, fue calificada por el personal como una chapuza, o sea: como un parche. Cosa que merece una explicación, porque de ninguna forma es un parche mayúsculo, si no que es un Parche con mayúscula. Es algo de lo más entrañable de Avilés.

Plaza de España

El origen de El Parche -o sea, de la plaza de España- está en el siglo XVII, cuando la mayor parte de la Villa de Avilés (excepto el Sabugo marinero y un arrabal llamado del Ribero) vivía protegida por una muralla medieval que la defendía.


La pequeña gran historia de la calle de la Fruta

Rúa antigua y emblemática, fue, durante un tiempo, la calle principal de la Villa

Avilés no tiene partida de nacimiento. Sabido es que su fundación no tiene fecha. Por tanto, tampoco sus calles más antiguas, que estaban protegidas por una muralla (episodio aparte), de unos 800 metros de longitud, que las abarcaba.
Hablo de las, hoy, conocidas como La Ferrería, La Fruta, El Sol, San Bernardo y Los Alfolíes. Las que concentraban más actividad y vecindario eran las dos primeras, paralelas entre sí y que estaban unidas por la del Sol, formando entre las tres una H.
La de La Fruta no siempre respondió a este refrescante nombre, ni era tan uniforme su línea recta actual. Y además, al principio -de su historia- la calle no era una, sino dos. Porque la 'desembocadura' de la calle del Sol en ella, conformaba un ensanchamiento o pequeña plazoleta ('plaza de la Villa'), que facilitaba la división. Desde dicho lugar hasta el inicio de la calle (en una de las puerta de entrada de la muralla: 'la del Reloj') era 'Cimadevilla'.

Calle la Fruta

El segundo tramo, que iba desde la plaza de la Villa, hoy desaparecida, hasta su final en un paredón, que la separaba de la propiedad de los Alas (y luego de los marqueses de Camposagrado), y era conocida como 'calle Oscura'.
Por supuesto que los dos tramos, que entonces formaban la actual calle de La Fruta, contaban con soportales, a ambos lados, dejando solo a cielo abierto un espacio por el que cabía un carro tirado por bueyes, excepto al final de la Calle Oscura, donde era tal el estrechamiento que podían abarcarse las columnas de ambos lados extendiendo los brazos.


 Calle la Fruta


A consecuencia del tremendo incendio que sufrió Avilés en 1478, cambiaron muchos aspectos urbanísticos de la Villa. Por ejemplo, cuando se reconstruyó esta calle, la que fue Cimadevilla, pasó a ser Rúa Nueva, y la plaza de la Villa: plaza de la Rúa Nueva. La Oscura siguió a oscuras. También por entonces se construyó, en aquella plaza de la Villa, la casa del Concejo (con funciones de lo que hoy conocemos como ayuntamiento).
Pero el 4 de diciembre de 1621, un nuevo incendio destruye las casas de la Rúa Nueva. En la restauración la calle ganó en amplitud y fue entonces cuando se la renombró como de La Fruta, al instalarse en ella puestos de venta de productos de la huerta. Entre siglos XIX y XX, la vía sufrió una gran transformación al levantarse en ella magníficos edificios de varias alturas. Entonces fue la calle principal de Avilés, hasta que le quitó ese título la calle de La Cámara cuando comenzó a estirarse.


Calle la Fruta


La Fruta, calle tan corta como hermosa, tiene singularidades que llaman la atención. Por ejemplo comienza y termina con fuentes en la margen derecha: la de Doña Rolindes (adosada al ayuntamiento) y la del Centenario del Bollo (al lado de la Cámara de Comercio).
Por otro lado está la cuestión palaciega. Situándose al principio o al final de la calle siempre tendrá uno -al fondo- un espléndido palacio (del siglo XVII) a la vista: el Ferrera (hoy hotel de cinco estrellas) y Camposagrado (actualmente sede de la Escuela Superior de Arte del Principado de Asturias).

Calle la Fruta

Luego está el factor boticario, que es cosa que llama la atención, ya que en su corta longitud, la calle acoge tres boticas, lo que la convierte en una de las vías españolas de mayor densidad farmacéutica por metro cuadrado. Así que está asegurado el remedio para posibles jaquecas, soponcios y otras calamidades. También, y por si lo anterior no resultara, hay una funeraria. Y espléndidos comercios y un par de hoteles.
El 30 de octubre de 1896, a la calle le cambiaron su nombre por el de Suárez Inclán, destacado político de la época. Aunque en el lenguaje coloquial, nunca dejó de ser conocida como la de La Fruta, nombre que recuperó, oficialmente, el 18 de julio de 1979.
La Fruta es calle fresca y refrescante.

La misteriosa, literaria e histórica calle de la Ferrería

La medieval calle es como un túnel del tiempo de Avilés


calle La Ferrería



La que guarda más vestigios del Avilés inicial. La número uno, entre las que discurrían por dentro de las murallas, demolidas en el siglo XIX. Pasear por ella es ingresar en un pasmoso túnel del tiempo. Una misteriosa sensación, andar transitando por épocas pasadas, a la que te llevan sus edificios y su conformación urbana, confirmada durante siglos, como principio y final. Entrada y salida, de la Villa de Avilés, según se viajara por tierra o por mar.

calle La Ferrería


Calle rápida. La única que iba de puerta a puerta de muralla. De la del Alcázar (inicio en El Parche) a la de La Mar, en la confluencia con la calle de La Muralla, a la vera de la iglesia, donde estuvo situado el puerto hasta el siglo XIX.
Traspasaba, como un puñal, la ciudadela medieval (conocida como La Villa). Era -y algo le queda- estrecha, con tramos oscuros y soportales, hoy cambiantes y asombrosamente fascinantes.


calle La Ferrería


Tuvo muchos nombres, aunque el actual (recobrado en 1979) es el más cabal. Porque cuadra con haber sido calle de herreros o también -otra teoría- de que al inicio de la rúa había una gran ferrería. Cosa premonitoria esto del hierro, pues las primeras oficinas de la siderúrgica Ensidesa se abrieron, en la década de los cincuenta, en el número 29 de esta calle.
Fue en tiempos lejanos, la vía principal, por estar a pie de obra del puerto. La que atesora recuerdos del siglo XII: iglesia de los Franciscanos, o del XIV, como el palacio de Valdecarzana y la capilla de (los de) Las Alas. Edificios que transmiten.



calle La Ferrería


Los historiadores norteamericanos, que vienen a beber de las fuentes de los archivos históricos de Avilés, se asombran -e impresionan- con lo que ven y palpan en esta calle, donde nació el Adelantado de La Florida (en casa que estuvo en el actual edificio número 29). Y donde está enterrado (iglesia de los Padres). Y, hasta, donde vivió de casado (al inicio de la calle, margen izquierda).

calle La Ferrería


La Ferrería, como antigua calle principal, ha sido escenario de todo tipo de historias. Desde festejos medievales, hasta de tragedias, la última originada en un bombardeo de la aviación del general Franco sobre la ciudad (Avilés se había declarado fiel a la legalidad republicana), en 1937, y que hizo blanco, causando víctimas mortales, en uno de sus más antiguos edificios (el actual número 10).

calle La Ferrería

Es calle literaria, hoy con un edificio universitario, que gustaba de pasear a Armando Palacio Valdés. Aquí nació el novelista Juan Ochoa, y aquí vivió y murió (portal número 31), Estanislao Sánchez-Calvo, uno de los más destacados filósofos asturianos, especie a proteger, en vista de lo escasos que son. Frente a su casa, nació la galaxia Gutemberg local, la primera imprenta avilesina. Y también el diario 'La Voz de Aviles', domicilió en el actual número 27, muchos años.


calle La Ferrería


El desconocido (y ya tiene garambaina decir esto) escritor avilesino-cubano Rafael Suárez Solís, nuestro más prolífico autor literario, la describe con desparpajo y nombre cambiado, en su novela 'Un pueblo donde no pasaba nada', que mira por donde últimamente pasa de todo, incluso lo que nunca debería haber pasado: que se esté jugando a un peligroso pim-pam-pum con el Centro Niemeyer, reconocido referente mundial, asturiano, en materia cultural. Cuidado, cuidado, que hay historias que no se pueden reescribir...

calle La Ferrería


Por cierto que La Ferrería, es la calle -del casco histórico- más cercana y comunicada -visualmente- con el espacio prodigioso diseñado por el arquitecto brasileño. Paseándola, oteas, en su zona media, la pasarela de acceso al Niemeyer; y casi al final -cerca de un edificio que, con suerte, algún día será museo de la historia urbana de Avilés- divisas la cúpula del famoso centro cultural internacional.

calle La Ferrería


La arquitecturas, tradicional y vanguardista, se han terminando soldando y constituyendo una potentísima señal de identidad artística, 'Made In Avilés'.
La Ferrería, es calle recóndita y legendaria.


calle La Ferrería


Es la calle que guarda más vestigios del Avilés medieval, no en vano era la principal entre las que discurrían dentro de las murallas de La Villa. El baluarte defensivo fue, desgraciadamente, demolido en el siglo XIX.

Pasear por La Ferrería es introducirse en el túnel del tiempo, al que llevan sus edificios y su conformación urbana cargada de siglos.

El Avilés amurallado, de la Edad Media, se componía fundamentalmente de tres calles, que configuraban una especie de hache: la de La Ferrería, la de La Fruta y la pequeña calle del Sol, que unía a las anteriores. La muralla tenía un perímetro aproximado de 800 metros y abarcaba una superficie de 41.000 metros cuadrados.

calle La Ferrería

La calle de La Ferrería arrancaba en la puerta del Alcázar, la principal del recinto amurallado, que contaba con otras cinco: siglos más tarde se trasladó aquí la Torre del Reloj, que presidía la puerta de la actual calle de La Fruta. La Ferrería terminaba en la puerta de La Mar a la vera de la iglesia de los Franciscanos, donde estuvo situado el puerto hasta el siglo XIX.

Se trata de una avenida recta que traspasaba de parte a parte la ciudadela medieval (La Villa). Sembrada de soportales, que cambian de lado en el cruce con la calle del Sol, su nombre parece que responde a la actividad artesanal que en ella se desarrollaba: los «ferreros» (herreros). Como en otras de Avilés, los soportales servían como protección a los artesanos de la lluvia o del sol, mientras faenaban aprovechando la luz diurna.

Fue en su tiempo la calle comercial de La Villa y, todavía hoy, guarda recuerdos imborrables que dan la extraña sensación al paseante de transitar por otras épocas


Del ribero medieval a la calle de Rivero


La popular y soportalada rúa avilesina, donde el agua es una sorprendente protagonista


Calle Rivero







En el siglo XVII el Concejo (o Ayuntamiento) de Avilés decidió -dada la estrechez con la que se vivía en el recinto medieval- extender la ciudad fuera de las murallas, hacia el sur, a terrenos libres de mar y marismas.
Y así brotó una plaza, en principio triangular (El Parche actual, que como se ve, ya nació con vocación de tal), con un palacio en cada vértice (Ferrera, el municipal, y el de García Pumarino) y dos vías soportaladas, tan célebres como celebradas: Rivero y Galiana.












 Calle Rivero
                    




Soportales en Calle Rivero

Rivero es la única calle de la historia avilesina que nunca ha cambiado de nombre. Si acaso, mudó la 'b' por una 'v'. Como Abillés, que con el tiempo, terminó llamándose Avilés.




Calle Rivero

Es muy antigua la existencia del Ribero, que así figura escrito en Libro de Acuerdos del Ayuntamiento de Avilés de 6 enero de 1485: «Reunidos en Ribero, arrabal de la villa de Avilés» que fue formándose en el camino que llevaba a la capital de Asturias, y que también era Camino de Santiago. 



Por lo que no ha de extrañar que allí se edificara -en 1515- un Hospital de Peregrinos, costeado por el enigmático Pedro Solís, (que ya tuvo su episodio). El albergue era un complejo con capilla y cementerio, que vino inmisericordemente a morir, a golpe de piqueta, en el verano de 1948.


Calle Rivero

La denominación ribero, corresponde a un vallado que se hizo en la zona para contener el agua, que bajaba -demasiado generosamente- por los prados del hoy parque de Ferrera, inundando frecuentemente casas y camino del lugar.
Pero por el agua, también tuvo molinos e incluso un Molinón.

Calle Rivero 

Cosa histórica esta de las humedades en esta bendita calle, porque -actualmente- siempre que llueve de más, uno de los primeros lugares de Avilés que lo paga con inundación es el tramo final de la calle de Rivero.

Calle Rivero

Decididamente los vecinos no necesitan 'ir a pasar el agua'. A ellos les viene.
Por tanto, parece lógico que el emblema de la calle sea una fuente, la famosa de los Caños de Rivero (1815) y emplazada en un espacio semicircular con bancos de piedra, donde antiguamente se ubicó un lavadero público.

Calle Rivero

Cuadro costumbrista que se complementa con la vecina capilla del Santo Cristo de Rivero y San Pedro ('San Pedrín' para los avilesinos), un antiguo humilladero que existía aquí desde hace siglos y luego transformado en ermita, con reparaciones sucesivas.

Calle Rivero

El arrabal del Ribero se ordenó como calle en aquel siglo XVII y se fue enriqueciendo en edificios, siendo hoy la rúa peatonal más larga y transitada de la villa.


Calle Rivero





Comienza, en su costado izquierdo, en un palacio barroco (hoy salas cinematográficas) y termina en una elegante y sencilla casa, en cuyo bajo domicilia una farmacia. Otra muestra más, por si no había suficientes, del llamado 'Barroco Boticario de Avilés', aquel donde las mansiones se asocian a las boticas. Curioso y singular estilo artístico que, ya me contarán a mí, en que otro sitio del mundo se da.
El palacio lo mandó construir, en 1700, el gozoniego Rodrigo García Pumarino, recién venido del Perú y que al poco de instalado en él, lo intercambiaría con la casa que en Sabugo tenía la familia Llano-Ponte.

Y el obispo Juan Llano-Ponte, en 1795, costeó el alcantarillado (agua va, otra vez) de ese tramo de Rivero, suprimiendo -de paso y como el que no quiere la cosa- algunos soportales que impedían el tránsito de su carruaje.



                                                                                                                                                                                                  Calle Rivero


Rivero es de tramos largos y soportalados. Y sus vecinos son gente muy orgullosa de su histórico barrio. Razón llevan, porque es un encanto, que esta contado en los libros, y cantado en los escenarios.


Calle Rivero


Contada por escritores como Armando Palacio Valdés (1853-1938), que de niño vivió en esta calle.
Cantada, por ejemplo, en la zarzuela 'La pícara molinera' (1928), donde su estribillo más conocido -sacado del cancionero tradicional asturiano- dice «calle la del Rivero, calle del Cristo, la pasean los frailes de San Francisco».


CALLE GALIANA UNA CALLE PARA LA HISTORIA

calle Galiana

probablemente sea la calle más singular y conocida de Avilés: la calle Galiana.Se trata de una calle peatonal, que fue construida ya en el siglo XVII, momento en que la ciudad empezaba a crecer y a expandirse más allá de las antiguas murallas. En la actualidad, es una calle de alrededor de212 metros, que se caracteriza por el hecho de que en uno de sus lados se encuentran unos soportales, construidos con la intención de que sirvieran de cobijo de la lluvia y del sol, que suponen la característica más reconocible de la calle.



 calle Galiana


Además, el hecho de que durante la época en que se trazó esta calle la actividad ganadera fuera muy intensa explica también que, todavía hoy, haya una parte empedrada (por la que circularía el ganado) y otra pavimentada con loseta, que era la que se reservaba al tránsito de las personas.


 calle Galiana

Los balcones de muchos de los edificios que dan a esta calle también son muy singulares, ya que se trata de edificios muy antiguos, que encajan perfectamente con la propia calle.

calle Galiana

Durante las fiestas de Carnaval (o como se dice aquí, Antroxu), en esa calle se celebra el conocido Descenso Internacional de Galiana, que es uno de los eventos más conocidos del Carnaval avilesino.

calle Galiana

Es, junto con la de Rivero, de las más singulares y populares calles de la ciudad. La parte soportalada, contemplada desde su inicio en la plaza Álvarez Acebal, forma un encantador laberinto, interminable a la vista.


 calle Galiana


Fue construida en el siglo XVII, coincidiendo con la expansión de la ciudad fuera del conjunto amurallado. Tiene una gran zona totalmente soportalada: son 252 metros a cubierto. Muchos de los edificios construidos entonces siguen hoy existiendo sin muchas alteraciones.


calle Galiana

El modelo constructivo se basa en lo que ya era tradición en la ciudad: el soportal, que cobijaba de la lluvia y del sol a los artesanos, cuya actividad era muy intensa; los lugareños que se dedicaban a estos menesteres podían trabajar bajo techado al aire libre, teniendo el almacén en la planta baja y la vivienda en el piso superior. Presenta una singularidad respecto a otras calles soportaladas:

calle Galiana

 las partes traseras de las viviendas tenían, y tienen, su huerto, con lo que los moradores disponían de una buena despensa alimenticia y también servía para cobijar, preferentemente, ganado vacuno.

calle Galiana

Otra característica de Galiana es el pavimento de los soportales, dividido en dos partes: empedrado para el tránsito del ganado y otro de loseta para los ciudadanos. Hay que resaltar las espléndidas balconadas que dan a la calle, algunas de ellas de época. En la parte final se levanta la capilla de «Jesusín» de Galiana, en origen del siglo XVIII aunque la fábrica actual es del XIX.

calle Galiana

Todo ello hace de esta calle un incomparable espacio urbano, hoy reconvertido en zona lúdica. Desde 1987 se ha singularizado –festivamente– por discurrir por ella el Descenso Fluvial, el evento más original de las fiestas del carnaval (o «antroxu») avilesino, el más destacado del norte de España.


calle Galiana



La Cámara, calle principal


Entre la media docena de calles que parten de la plaza de España de Avilés o El Parche (la 'chapuza' más artística de Europa, junto con la italiana Torre de Pisa), hay una de ellas, que comienzan descendiendo.

Es La Cámara, columna vertebral del Avilés que inició el despegue hacia el progreso, en el siglo XIX. Fue un elegante resbalón modernista hacia el futuro.

calle la Camara

En su deslizamiento generó una avenida que selló la unión entre la Villa y Sabugo, una vez desaparecido el puente 'moderno' que comunicaba ambos lugares, al soterrar el río Tuluergo, que atravesaba la población desde el parque del Retiro (actualmente conocido como Las Meanas) hasta su desembocadura en la Ría, al final de la hoy calle de La Muralla, donde estuvo ubicado durante siglos el puerto.
Anteriormente, en 1818, se había derribado la muralla defensiva de la Villa (episodio aparte), con argumento tan retorcido, que da pie a pensar en grandioso pelotazo urbanístico.

calle la Camara


Pero, fue así como nació el Avilés moderno, articulado por esta calle que debe su nombre a la antiquísima fuente (ubicada en inmediaciones de Cabruñana y San Bernardo) conocida como la de La Cámara, ya que sus dos caños estaban situados en una cámara, o depósito, de piedra.

En esta zona está plantado, desde 1857, el destacado palacio de Maqua, hoy propiedad municipal.

Un poco mas abajo, La Cámara comienza a llanear lanzando a la calle de La Muralla hacia su derecha y hacia el lado contrario a la del Dr. Graiño, ambas repartiendo comercio y zonas verdes en El Muelle (el que empezó siendo un Bombé) y Las Meanas.

calle la Camara

También surgió ese milagro simétrico de galerías acristaladas que acoge al mercado, privilegio otorgado por los Reyes Católicos, al haberse esfumado -por incendio- cerca del 70% del Avilés del siglo XV.

Más adelante, llama la atención la espectacular casa del indiano Eladio Muñiz, una esquina de lujo, apoteósico, que hace La Cámara con la calle Cuba.

Tuvo que pasar su tiempo para que derribaran el cementerio (donde hoy se alza el grupo escolar de Sabugo) y algún edificio colindante, pero sobre todo el convento de La Merced (demolido en 1895), que ocupaba un solar por donde hoy transcurre nuestra calle y está plantada la nueva (1903) y neogótica iglesia de Sabugo.

calle la Camara

Y así, fueron asentándose y casando las piezas, bien que mal. Es el caso de la iglesia nueva de Sabugo, que algunos criticaron que se construyese, dándole la espalda al barrio. Esta 'traición' se ve hoy como una genial visión de futuro, ya que su vistosa portada miraba hacia aquella calle de La Cámara, que avanzaba, transformando la ciudad, imparable hacia el templo.

E incluso sobrepasarlo. Porque a mediados del siglo XX, cuando Avilés explotó -demográfica, social y económicamente hablando- con la construcción de ENSIDESA y otras grandes empresas, la calle se fue prolongando a partir de la iglesia, siendo alcalde Fernando Suárez del Villar, pero sin pizca de gracia arquitectónica.

calle la Camara

Hubo en esta zona -y en pocos metros cuadrados- 'multitud' de locales destinados al ocio, cosa que llama la atención. Y es episodio aparte.

Al igual que las barbaridades urbanísticas cometidas La Cámara, capítulo que, también, toca otro día.

Pero esta calle comercial tiene una extraña singularidad y es el porrón de establecimiento del mismo gremio que se apelotonan en un tramo de unos 130 metros: seis ópticas y seis perfumerías (algunas de considerable tamaño).

calle la Camara


Cosa insólita, aparente despropósito mercantil, que da que pensar. ¿Será Avilés tan celosa de su olfato y vista? O que los avilesinos son extremadamente cuidadosos con su higiene personal (jabones y perfumes) y la cosa cultural (vista cansada por lectura).

Esta 'Gran Vía de la Dioptría Perfumada' también es una suerte de termómetro político. En función de circunstancias históricas, llevó el nombre de García San Miguel, Pedregal, Generalísimo Franco, para terminar regresando -en 1979 y siendo alcalde Manuel Ponga- a su histórico nombre: La Cámara.

En sus dos tercios primeros es calle decimonónica. Y finolis, 'ma non troppo'.



La colosal calle de san francisco

Es un magistral conjunto de edificios modernistas y palacio y fuente barroca, al pie de una iglesia medieval.

calle San Francisco

Es una de las calles más insólitas de la ciudad asturiana. Viene del siglo XIII, cuando los franciscanos arribaron a Avilés y se instalaron en las afueras de la villa, extramuros, construyeron su convento –bautizado San Francisco del Monte– al estar en un pequeño promontorio boscoso, próximo a la puerta de la muralla de Cimadevilla, hoy calle de La Fruta.





Consta ya en el libro de acuerdos municipales, en 1598, nombrada como La Canal, porque las aguas –que abastecían Avilés desde Valparaíso– discurrían, aquí, por una canaleta a cielo abierto, hacia el recinto amurallado. Siglos después fue calle General Lucuce (1903), Pablo Neruda (octubre de 1934), José Antonio Primo de Rivera (1938) y –desde 1979– San Francisco.

Soportales cale San Francisco

Es la única rúa avilesina que mantiene soportales, continuados, en toda su extensión, en la acera de la derecha, la única que reúne viviendas particulares. Los soportales acogen, mayormente, negocios hosteleros, pero la excepción está en una tienda de comestibles tradicional, llamada con justicia ‘La Colosal’ (1932). Una gozada, donde hay de todo.
En la acera izquierda ‘solo’ hay un palacio, una fuente y una iglesia.
Entre los edificios números 2 y 16, los arquitectos Manuel del Busto y, principalmente Antonio Alonso Jorge, trazaron hace casi cien años y para admiración general, magníficos edificios donde abunda el modernismo, en cantidad, y calidad sin faltar el ‘art deco’. Los soportales son de una grandeza impresionante y terminan, como la calle misma, adelgazando en altura y anchura, y afilándose –hacia un estilo tradicional– para penetrar como un delicado puñal en Álvarez Acebal, esa plaza que te emplaza en Avilés.
Y frente a todo este conjunto, el más importante de la arquitectura avilesina de principios del siglo XX, están poderosas señales de la identidad histórica de la villa. Desde el lateral del palacio Ferrera, de estilo barroco tempranero o renacentista tardío, –que tanto me da, que me da lo mismo–, hasta la fuente de San Francisco de seis caños y cuatrocientos años. O la portada principal del aquel antiguo convento, de hace ocho siglos, hoy parroquia de San Nicolás de Bari.

 calle San Francisco


Difícil, encontrar, en cualquier ciudad, tanta calidad –histórica y constructiva- en tan escaso recorrido métrico.
Así que con tales prodigios, no extrañe, que famosos creadores cinematográficos hayan tomado esta calle. Citaré, por ejemplo, a dos premiados con un Oscar de Hollywood. Ambos filmaron secuencias en ella: el español José Luis Garci (tanto en su película ‘You’re the One’, como en ‘Luz de domingo’) y el norteamericano Woody Allen (en ‘Vicky Cristina Barcelona’).




































calle San Francisco

Un plató, este de la calle San Francisco, con una milagrosa potencia icónica, tremenda, espectacular…
Homérica.


Calle Bances Candamo

Siempre llevo el nombre la De Atrás hasta 1892, en que se cambió el callejero y  a partir de entonces, se llamó Bances Candamo, en homenaje al escritor (dramaturgo de Cámara de Carlos II) nacido en ella.

calle Bances Candamo

la calle Bances Candamo. Antigua ruta del vino para los locales.
Es una de las calles porticadas de Avilés y parte del antiguo barrio de pescadores.


calle Bances Candamo




 A lo largo de nuestro recorrido contemplativo, por todas partes encontraremos buenos pinchos y restauración de calidad para hacer una pausa



Restaurante casa Tataguyo
. La gastronomía avilesina nos sorprenderá gratamente. De su carácter milenario y marinero se ha guardado el frasco de las esencias que podremos degustar en restaurantes, sidrerías y chigres. El marisco en general, los potes, fabadas, oricios y los postres autóctonos como el bollu (bizcocho de varios pisos que los padrinos regalan a los ahijados en Pascua), les casadielles o los frixuelos (típicos del carnaval). Todo ello regado con una buena sidra.


Restaurante sidreria casa Alvarín

Restaurante sidreria casa Lin



Si lo que buscamos es la movida, la encontraremos dispersa en varias calles, como Galiana, Rivero (la zona de los vinos), la Ferrería (zona de pubs). También está en auge la zona de Sabugo, plagada de sidrerías y terrazas de verano.

Nuestro paseo por la histórica Avilés nos obliga también a recrearnos en la ciudad moderna. El año 1950 supuso el inicio del periodo de transformación urbanística más importante de su historia debido a la implantación de diversas industrias, entre las que destaca sobremanera Ensidesa. Familias de todas partes de España se trasladaron aquí y forjaron la tercera urbe más poblada del Principado: actualmente supera los 80.000 habitantes y cuenta con el segundo puerto en importancia de la región.

Paseando por el puerto y la ría de Avilés







Hoy en día todos los avilesinos miran al puerto y a la ría con otros ojos. En 1980 se inauguran el nuevo muelle pesquero y la cofradía de pescadores Virgen de las Mareas, en cuya lonja se subasta casi el 70 por ciento de la pesca capturada en Asturias, lo que ha colocado a Avilés, a pesar de su escasa flota pesquera, a la cabeza de los puertos asturianos. Otra obra vital en este entorno, ha supuesto la retirada de 170.000 metros cúbicos de lodos contaminados y la recuperación de cuatro kilómetros de paseo fluvial.






     








Ría de Avilés

La apertura de este nuevo paseo se suma a la del paseo de la Avenida de Guadalhorce, inaugurado recientemente, y a la senda peatonal entre San Juan de Nieva y El Arañón. En total, como paseantes podremos disfrutar de casi seis kilómetros de nuevos espacios en el litoral avilesino.



paseo de la ria Avenida de Guadalhorce

la margen derecha en los últimos tiempos ha tomado el relevo en la cosa del magnetismo industrial, milagro tan propio de la Ría avilesina y que a lo largo de la historia se mostró y demostró solamente en la margen izquierda, donde se asienta la ciudad, al borde del mar pero separada por unos metros, que son un mundo que discurre entre tres semáforos, más dos vías terrestres y otras dos de ferrocarril en la carretera de San Juan (oficialmente Avenida Conde Guadalhorce), hoy adornada con un sensacional paseo marítimo y donde están instalados los muelles deportivo, pesquero y finalmente el industrial de Raíces, en San Juan.

el Parque del Muelle

En el Parque del Muelle encontraremos la escultura más conocida de Avilés. Representa la figura del marino Pedro Menéndez, adelantado de la Florida y fundador de la primera ciudad de Estados Unidos, San Agustín. En este mismo parque encontramos la escultura de La Foca. El homenaje a un ejemplar muy sociable que llegó al puerto avilesino en 1950 y amenizó a los vecinos durante una larga temporada.
 La estatua en su honor es sólo una de las muchas obras escultóricas que adornan la ciudad 


escultura de La Foca en el parque del Muelle


La monstruo. 

Una escultura que supone la trasposición de la obra pictórica del pintor avilesino Carreño Miranda a volumen. La monstruo está ubicada en pleno corazón del barrio marinero de Sabugo. El Ayuntamiento encargó la pieza en homenaje al pintor. La obra se completa con un mural posterior que también recoge la imagen de La monstrua, pero desnuda. Ambos cuadros forman parte del fondo del Museo del Prado. La escultura es, probablemente, uno de los motivos más fotografiados de la villa.



‘la monstruo’.

Esta peculiar escultura es una de las más fotografiadas de Avilés. Se encuentra en el casco histórico, en el barrio marinero de Sabugo.

Se trata de un conjunto formado por:
-Una estatua realizada en bronce por Amado González Hevia (apodado "Favila"), basada en uno de los cuadros realizados por el pintor avilesino Juan Carreño Miranda en el siglo XVII, que se encuentra expuesto en el Museo del Prado.
-Detrás de la estatua hay un mural formado por un panel de azulejos en el que se representa a la misma "Monstrua", pero desnuda.

Una niña deforme de nombre Eugenia Martínez Vallejo, nacida en Bárcena (Santander), por su gordura exagerada,  fue llevada hacia 1679, cuando contaba 6 años de edad y pesaba 72 kilos, a la corte del Rey de España, Carlos II.
Eugenia formaba parte de una ‘colección’ de personas con cualidades singulares o con defectos físicos notorios que [para su contemplación] formaban parte de las cortes reales europeas de por entonces. Eran personajes ‘extraños’, seres deformes (como el caso de Eugenia) y ‘divertidos’ (juglares, enanos, bufones, etcétera). Una corte de circo.
El Rey ordenó a su pintor de Cámara, Juan Carreño Miranda, retratar a la niña Eugenia y éste la inmortalizó en dos cuadros (vestida y desnuda) colgados actualmente en el Museo del Prado de Madrid. En Avilés, y no hace mucho, difundieron esos cuadros, los artistas Ramón Rodríguez, con un gran mural de cerámica y ‘Favila’ con una estatua que la reproduce en bronce. Ellos redondearon su popularidad.


Poblado de pescadores el Nodo

El caso del poblado de Pescadores, diseñado por el arquitecto Carlos de Miguel e inaugurado en junio de 1943, por el entonces ministro de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco. El acto fue recogido, en imágenes, por las cámaras del noticiario cinematográfico NO+DO (Noticiarios y Documentales), lo que resultó todo un acontecimiento para Avilés, ya que entonces al no haber televisión –aunque a algunos lectores les parezca increíble– este era el único medio de transmisión de noticias en imágenes y el noticiario era exhibido, en las salas de todos los cines de España, antes de las películas. O sea que lo que aparecía en el Nodo tenía una trascendencia enorme.


Barrio de pescadores el Nodo

¿Viste nin? ¡Salimos en el Nodo!

Y ‘Nodo’ le quedó, desde entonces, endilgado al nuevo grupo de viviendas de Pescadores, que por cierto sustituyeron al barrio tradicional de Sabugo como albergue de gentes del mar, tal y como había venido ocurriendo durante siglos.

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